Tres años después del cierre de Zorita va a decidirse el futuro de Garoña. Ecologistas en Acción pide su cierre por tratarse, como Zorita, de una central de primera generación, diseñada antes del accidente de la Isla de las Tres Millas en 1989. El alargamiento de la vida de las nucleares, como es el caso de Garoña, aumenta los riesgos y pone en entredicho la garantía de suministro eléctrico.

Zorita es la primera central española que cerró por la presión social, sin necesidad de que mediase un accidente, tal como ocurrió en Vandellós I (Tarragona) en 1989. En 2002, cuando se evaluaron los resultados del Plan de Mejoras y se estudió la continuidad de esta central, se decidió por unanimidad, en la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados, fijar la fecha de cierre antes citada.

Actualmente la central acaba de comenzar su proceso de desmantelamiento, que durará décadas hasta que el emplazamiento sea liberado. El traslado de los residuos de uranio gastado de la central nuclear de Zorita comenzó el pasado 20 de enero a un almacén temporal individualizado (ATI) situado a 200 metros de la central.

El próximo 5 de julio termina el permiso de explotación de Garoña, en Burgos, y si el Gobierno cumple con su promesa electoral de un cierre escalonado de las nucleares, la central burgalesa seguirá los pasos de Zorita. Ecologistas en Acción ha pedido reiteradamente el cierre de Garoña, central que según los informes publicados por el Consejo de Seguridad Nuclear, no está precisamente en mejor estado que la de Zorita cuando ésta se cerró definitivamente. La prolongación del funcionamiento de Garoña es algo muy deseado por la industria nuclear y por Nuclenor, su empresa explotadora, dados los beneficios económicos que esta nuclear otorga al estar ya totalmente amortizada. Sin embargo, dado el penoso estado de la central, su funcionamiento aumenta el riesgo de accidente.