Ecologistas en Acción manifiesta su satisfacción por la sentencia del Tribunal Supremo que rechaza los recursos contra la sentencia que en 2003 declaraba públicas las Lagunas de Ruidera, y felicita a la Abogacía del Estado y a los abogados de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha por el éxito alcanzado.

Con esta sentencia concluye definitivamente un proceso que ha durado 24 años, y se abre una nueva etapa en la gestión del parque natural, pues convierte en ilegales todas las construcciones que jalonan las márgenes de las lagunas y que, por tanto, se encuentran en Dominio Público Hidráulico. En este sentido creemos que la nueva situación obliga a replantearse proyectos como el Plan de Saneamiento Integral; acometer demoliciones como el antiguo hotel La Colgada—probablemente la construcción de mayor impacto visual en el parque—, recientemente adquirido por la Junta de Comunidades para reconvertirlo en albergue juvenil; o proteger real y efectivamente los travertinos que son la razón de ser del sistema hidrogeológico de Las Lagunas.

Por ello, Ecologistas en Acción considera que este momento debe constituir un punto de inflexión en la gestión del parque, reenfocando su promoción más en la línea de poner en valor sus importantes cualidades naturales, que en considerar Ruidera el “Benidorm de La Mancha, como hasta ahora se ha venido haciendo, pues esto es algo que con la nueva situación creada por la sentencia del Supremo, resulta imposible mantener. Se impone una nueva línea de gestión, a través de la cual se debe garantizar la conservación y restauración de los valores naturales del Las Lagunas, así como posibilitar el mantenimiento y mejora de la calidad de vida de los municipios del parque, sin cuya implicación no se entiende el mismo.

Ecologistas en Acción desea recordar, no obstante, que los problemas del parque no se ciñen exclusivamente a la cuestión de su titularidad, sino que abarcan otros aspectos, como la masificación de visitantes en determinadas épocas del año, las dificultades en la aplicación del Plan Rector, y, sobre todo, el problema del mantenimiento de los caudales hídricos, hipotecados por los regadíos de la cabecera de Las Lagunas.