En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, Ecologistas en Acción denuncia que España sigue sin atajar las verdaderas causas de la desertificación que asolan nuestro país: las malas prácticas de la agricultura industrial subvencionada, la construcción de autopistas y trenes de alta velocidad y las recalificaciones masivas de suelo para urbanizar.

El 17 de junio es el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, cuyo lema para este año es “Mejorar los suelos en un lugar mejora la vida en todas partes” y la explicación dada por la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación es que “Una tierra sana es sinónimo de un ecosistema sano, un suelo productivo y, como consecuencia, bienestar para las comunidades locales así como una mayor riqueza y estabilidad social a escala nacional y regional”.

En el Estado español, mejorar los suelos supone en primer lugar proteger el suelo fértil que aún nos queda, tanto el agrícola como el situado en terrenos forestales y naturales frente a los cambios de uso y las malas prácticas que provocan erosión, contaminación de suelo y agua con agroquímicos, incendios forestales y, sobre todo, la pérdida definitiva de suelo fértil por urbanización e infraestructuras de transporte.

Por esa razón, para Raúl Navarrete, portavoz de Ecologistas en Acción “la actual coyuntura de crisis económica y de recorte en las inversiones, al reducir la urbanización y la construcción de infraestructuras, podría suponer una oportunidad para detener los cambios de uso de suelo y la consecuente pérdida de suelo fértil. Sin embargo, las administraciones públicas en lugar de apostar por un cambio de modelo económico y de relación con la naturaleza, siguen apostando por la construcción de las más impactantes infraestructuras de transporte y, lo que resulta más incomprensible, por la extensión a ultranza de la urbanización sobre suelo fértil.”

Ecologistas en Acción advierte, que en contra de lo que se piensa, la desertificación en España no se debe fundamentalmente a los problemas de erosión en el medio natural. La mayoría de las tasas de erosión que se han estimado están sobredimensionadas por el uso de metodologías inapropiadas, que infravaloran el papel del matorral, incluido el de zonas áridas, o no tienen en cuenta procesos como la sedimentación. Este enfoque clásico, que asocia aridez con desertificación, ha reforzado la percepción errónea sobre muchos matorrales naturales (estepas, saladares, ecosistemas áridos, badlands naturales) como lugares degradados. Esta percepción ha dificultado aún más su conservación, por ejemplo haciéndolos receptores de polígonos industriales, vertidos y todo tipo de infraestructuras, o bien tratando de mejorarlos con repoblaciones arbóreas innecesarias.