Samuel Martín-Sosa Rodríguez, responsable de Internacional de Ecologistas en Acción

Avanza a buen ritmo la desregulación ambiental en Europa

Una tras otra, todas las Estrategias Temáticas marcadas en el 6º Programa de Acción Medioambiental (PAM, acordado en 2002) que han ido apareciendo en los últimos meses, cumplen la misma tendencia: falta de concreción, ausencia de objetivos cuantificables, falta o relajación de plazos, rebaja de estándares ambientales, carencia de compromisos obligatorios, y en algunas de ellas, ausencia de propuestas legislativas para afrontar los nuevos objetivos. En su lugar se propone “utilizar instrumentos y políticas ya existentes en lugar de elaborar otros nuevos”. Es decir, el 6º PAM marca unos objetivos nuevos determinados, y la forma en que la Comisión pretende alcanzarlos en algunos casos es con la vieja normativa.

La tónica dominante, en todas las propuestas hechas públicas hasta ahora, es optar por “acuerdos voluntarios” y objetivos “orientativos”. Igualmente, la práctica común que acompaña a esta tendencia desregulatoria es la de delegar cada vez más las decisiones ambientales concretas en expertos a nivel europeo y estatal, evitando las consultas abiertas y la participación de las distintas partes interesadas, y alejando la toma de decisiones del escrutinio público.

En octubre de 2005 apareció la Estrategia Marina, acompañada por una propuesta de Directiva Marco del Mar. Las medidas que se proponen no garantizan que se logren algunos objetivos fundamentales que inicialmente se habían propuesto, como alcanzar el buen estado ambiental de las aguas marinas, el freno de la eutrofización producida por la actividad humana, reducir la contaminación por hidrocarburos, o alcanzar el vertido cero de contaminantes contemplados en el Convenio OSPAR.

La Estrategia Temática de Prevención y Reciclaje de Residuos y la Estrategia Temática de Recursos Naturales, vieron la luz a finales de diciembre de 2005, junto con una propuesta de enmienda de la Directiva Marco de Residuos. Estas nuevas Estrategias carecen de elementos para prevenir o reducir los residuos y para un adecuado uso de los recursos. La de Residuos no respeta los cinco niveles de la jerarquía de residuos (prevención, reutilización, reciclaje, recuperación energética y eliminación) y considera la incineración de residuos municipales como recuperación energética, basándose en su eficiencia, sin tener en cuenta los impactos ambientales ni la eficacia en el uso de recursos. Tampoco plantea objetivos de reciclaje para los residuos biodegradables.

En cuanto a la Estrategia de Recursos, también muestra un completo desprecio de las exigencias del 6º PAM, cuyo artículo 8 habla de la obligatoriedad de establecer objetivos de sostenibilidad y eficacia en el uso de recursos, desvinculando el crecimiento económico de los impactos ambientales. Carece, pues, de objetivos de eficacia energética y de disminución del uso de estos recursos.

Por su parte, la Estrategia Temática de Medio Ambiente Urbano, aparecida a finales de enero de este año, plantea un panorama similar. Nace sin propuesta legislativa, lo que significa una renuncia a la intención inicial de la Comisión de obligar a las grandes ciudades europeas a la adopción de planes que integren aspectos ambientales en sus decisiones sobre transporte o planificación urbanística. El texto propuesto deja esta opción a la iniciativa voluntaria de las ciudades, lo cual, como la experiencia ha demostrado, significará que seguiremos teniendo ciudades contaminadas, congestionadas y mal planificadas.

Ahora, sólo cabe esperar que el Parlamento Europeo y el Consejo vuelvan a dotar de contenido real a estas propuestas durante su proceso de aprobación. De no ser así, sólo serán papel mojado.