Pedaladas por el decrecimiento y contra el cambio climático

Periodistas en Acción. Revista El Ecologista nº 68

El próximo 9 de julio dará comienzo la Marcha del Ebro; una movilización que está organizando Ecologistas en Acción y que recorrerá el río desde su nacimiento en Cantabria hasta su desembocadura en el Delta del Ebro. Con diversas actividades se irá recorriendo un río que ha sufrido los envites de la acción humana: un uso excesivo del agua, contaminación por vertidos y por la acción de grandes plantas industriales, canalizaciones o embalses son algunos de los ejemplos de la presión que padece el río Ebro.

El río Ebro recorre 910 km hasta su desembocadura. En su trayecto, atraviesa 3 reservas de la biosfera, 2 parques nacionales, 207 lugares de interés comunitario, LIC, y 104 zonas de especial protección de aves, ZEPA. En su recorrido también baña a 330 centrales hidroeléctricas, 3 centrales térmicas de carbón, 3 térmicas de gas y 2 nucleares. Su cuenca está habitada por 3 millones de personas y su agua es utilizada para regadíos, aprovechada en centrales o embalses o contaminada por industrias colindantes.

A continuación se muestran cuáles son los principales problemas que sufre el río en las diferentes Comunidades Autónomas que atraviesa.

El río Ebro nace en la localidad cántabra de Fontibre en un pico conocido como Tres Mares. En Cantabria, el río sufre los primeros problemas causados por la acción del ser humano. “La ocupación del dominio público hidráulico y la delimitación del cauce son los principales problemas” señala Bernardo García de Ecologistas en Acción de Cantabria. García señala que los beneficios derivados de la explotación del Ebro no tienen un reflejo directo en la sociedad cántabra.

A los pocos kilómetros de su nacimiento el Ebro atraviesa Reinosa, donde cruza un polígono industrial llamado La Vega. “Se han hecho rellenos con residuos industriales para delimitar el cauce” afirma Bernardo García. Para él, esta situación provoca dos problemas: la contaminación del suelo y una reducción significativa del cauce con lo que los riesgos de crecidas y desbordamientos aumentan.

Un caso paradigmático del comportamiento de la administración es el llevado a cabo en la estación de esquí de Alto Campoo. “Ni siquiera hay una depuradora acondicionada para las concentraciones de miles de personas que se juntan allí” señala Bernardo García. Asimismo, afirma que queda mucho trabajo que hacer para llegar a concienciar sobre la importancia del río y para abordar procesos de restauración.

Vertidos y centrales

Tras abandonar Cantabria, el Ebro entra en Castilla y León donde tiene que hacer frente a vertidos industriales y a un aprovechamiento excesivo del agua. “Las centrales hidroeléctricas y los embalses provocan una retención de sedimentos que no llegan al Delta” indica Carolina Sánchez Adeva de Ecologistas en Acción de Castilla y León. Otro grave problema es el que provocan los trasvases desde el cauce general del río, que se ve seriamente reducido en varios tramos de su recorrido.

Por otro lado, la administración ignora estos problemas y mantiene una política de aprovechamiento ilimitado del río. “Los responsables políticos son muy reticentes a cualquier consejo que se les pueda dar, como puede ser el cierre de Garoña” señala Sánchez Adeva. Precisamente, la central nuclear y otras empresas utilizan el agua del río para refrigerarse; agua que vuelve al río caliente, lo que supone un empeoramiento de su calidad.

Para Carolina Sánchez, el Ebro es un río emblemático dañado por el ser humano. “Los problemas que padece el río son un indicador de nuestro modelo insostenible de vida” señala. El consumo excesivo del agua, su devolución tras el uso en peores condiciones o la contaminación que padece el río indican un total desprecio por un ecosistema que debería ser cuidado por la importancia de su preservación.

En el caso del País Vasco la situación es un poco diferente ya que el río sirve como frontera y comparte gestión con las orillas de Castilla y León y La Rioja. “El principal problema es de competencias” afirma Andrés Illana de Ekologistak Martxan de Euskadi. Illana señala como paradigmática la prohibición de pescar que hizo Álava para evitar la propagación del mejillón cebra y que no se realizó al otro lado del río, con lo que era prácticamente inútil.

Otro problema que puede afectar al Ebro es el que tiene que ver con su uso recreativo. “Se hablaba hacer un paseo perimetral por el río” señala Illana y añade: “en esa zona existe vegetación muy utilizada por el búho real o el halcón peregrino que puede verse afectada”. Por otro lado, la utilización de abonos y pesticidas para la agricultura intensiva afecta también a la calidad del agua.

La inclusión del Ebro en la Red Natura 2000 por parte de la diputación de Álava ha sido un hecho importante para su conservación. “Esta medida ha impedido la ejecución de muchas obras que podían perjudicarlo” señala Illana. Asimismo, destacan los planes de protección del visón europeo que han permitido evitar otras obras que amenazaban su pervivencia.

Embalses y regadíos

En la otra orilla del río, en La Rioja, la situación es más complicada. “Existen altos niveles de contaminación procedentes de polígonos industriales de Euskadi y Miranda de Ebro” señala Concha Hernani de Ecologistas en Acción de La Rioja. A estos vertidos hay que sumarles los provocados por la mala depuración de vertidos en La Rioja y por la influencia de vertederos situados a orillas del río.

Probablemente, uno de los principales problemas a los que se enfrenta el Ebro es el que supone la agricultura extensiva. “Se producen extracciones abusivas de agua para regadíos” indica Hernani y añade: “el uso de sistemas de regadío a manta supone un despilfarro increíble de agua”. El abastecimiento para piscinas y jardines de urbanización es otro de los orígenes de la excesiva captación de agua que padece el río en este tramo.

Por otra parte, los cultivos agrícolas y la explotación maderera han supuesto una grave destrucción de los bosques de ribera. “Se ha producido un estrangulamiento de la zona inundable debido al encauzamiento del río con construcción de escolleras de piedra” apunta Concha Hernani. También, la práctica cinegética se ha convertido en uno de los principales problemas para la fauna de los bosques en la ribera riojana del Ebro.

Tras atravesar La Rioja, el río entra en tierras navarras donde sufre importantes agresiones como consecuencia de las extracciones para regadío. “La administración sigue empeñada en fomentar los grandes regadíos y las grandes obras hidráulicas” afirma un miembro de Ekologistak Martxan. En este sentido, en el borrador del plan hidrológico aparece la segunda fase del Canal de Navarra, una importante obra hidráulica proveniente del pantano de Itoiz.

A pesar de lo citado anteriormente, existe un amplio sector de agricultores que se opone a la política de grandes regadíos. “Es una batalla interesante porque por primera vez en la historia tenemos a los propios agricultores en contra de los planes de regadíos de los gobiernos” señala. En este sentido, destaca la importancia de la alianza entre ecologistas y agricultores que pretender parar las obras del pantano de Tierra Estella.

En Aragón la situación no mejora y se produce un empobrecimiento del ecosistema fluvial en su conjunto debido a diversas acciones humanas. “Si bien la contaminación industrial está siendo mejor controlada, la contaminación difusa agrícola va en aumento” afirma Paco Iturbe de Ecologistas en Acción de Aragón. Iturbe identifica la causa de esta degradación en la pésima gestión del río, considerándolo sólo como un canal de agua para producción y no como un ecosistema y una seña de identidad cultural.

Uno de los problemas mayores que sufre el Ebro es la disminución de la biodiversidad. “El soto de ribera y el propio cauce están muy fragmentados, lo que ha hecho disminuir hasta la mínima expresión la continuidad biológica” señala Iturbe y añade: “esto se ve agravado por la introducción de especies invasoras”. Pese a lo cual, el Ebro todavía mantiene una importante vitalidad biológica propia de un gran río.

La actuación de la administración ha sido la de fomentar precisamente esa problemática, no controlándola e incluso propiciándola. “El Gobierno de Aragón anda en estos momentos con el cálculo de caudales basados en filosofías productivistas antiguas” asevera Iturbe. La Directiva Marco del Agua ha obligado a la administración a iniciar cambios y abrir procesos, aunque de momento marcados más por la legislación que por la determinación política.

Todo acaba en el Delta

Finalmente, el río desemboca en Tarragona, con el peso todos los problemas citados anteriormente que repercuten en la salud de su Delta. “Los principales impactos se deben al poco caudal que hay, a la poca llegada de sedimentos al Delta” señala Quim Pérez, miembro de Ecologistes en Acció de Catalunya. Esto provoca tres problemas graves: salinización por agua de mar que entra río arriba, subsidencia porque el mar va inundando la tierra y regresión, es decir, cada vez más, el mar gana terreno a la tierra.

Actualmente en Flix existen graves problemas debidos a un embalse que supera la cota normal. “El bosque de ribera de mayor valor biológico de toda Cataluña se está inundando y se está muriendo” afirma Quim Pérez. Los embalses provocan, asimismo, la concentración de sedimentos e impiden su llegada al Delta. Con todo, el problema más grave en esta zona está relacionado con la grave contaminación que han generado los más de 700.000 metros cúbicos de residuos tóxicos vertidos al río Ebro por Erkimia, del grupo Ercros, y que están acumulados en el lecho del embalse de Flix.

Otro de los problemas más destacados en el Ebro surge porque la Confederación Hidrográfica no define los caudales. “Las necesidades ambientales y sociales del río Ebro no se consideran” indica Quim Pérez y añade: “sólo negocian las necesidades que tienen los diversos usos, sean agrícolas, sean de generación de energía, etc.” Para Quim Pérez la delimitación de caudales, como la casi totalidad de la gestión del Ebro, se está realizando según intereses económicos, olvidando aquellos de tipo social y ambiental.

Ante todos estos problemas, nace la Marcha del Ebro como la respuesta ciudadana necesaria para la reivindicación de un uso social y ecológico del río. Una gran excusa para disfrutar de unos días donde compartir enseñanzas, crear causa común y recrearse en torno al río. Un espacio donde encontrarse y recorrer caminos de sueños compartidos.

La Dragona del Ebro
El cauce ribereño del Ebro se vio sorprendido por la pacífica irrupción de la Dragona Iberia. Se trataba de una nave ecologista de 10 metros de eslora por 4 de manga, que durante 18 días surcó las aguas del río, denunciando tropelías contra el medio ambiente y contra la sociedad, y arribando en las conciencias de miles de personas que se sumaron a las decenas de actividades, protestas y denuncias. Así, del 1 al 18 de julio de 1993, la Dragona Iberia, provista con remos hechos del mismo material que los principios del ecologismo social de su tripulación, clamó contra el sinsentido del entonces anteproyecto del Plan Hidrológico Nacional. En palabras de su propia tripulación, “la Dragona Iberia fue una llamada a la imaginación en la búsqueda de una racionalidad que debe ser el marco real de nuestra relación con el planeta”. Esta Dragona se disolvió en el espíritu del reciclaje y espera latente las palabras y acciones mágicas que la hagan retornar al lado de quienes luchan por un mundo más justo y solidario.
Una Marcha por el decrecimiento y contra el cambio climático
Entre los próximos 9 y 31 de julio, las bicicletas tomarán las lindes del río Ebro para recorrer, desde su nacimiento hasta el Delta, toda la cuenca del río. Algunos tramos se recorrerán a pie y, paralelamente, en piragua. Dos son los motivos para la realización de esta marcha. Por un lado, la reivindicación de un modelo decrecentista que permita la recuperación del río y un uso realmente sostenible del mismo. Por otro, la lucha contra el cambio climático mediante procesos de sensibilización sobre este fenómeno y sus consecuencias sobre el río. Asimismo, la marcha servirá para tejer vínculos entre grupos y personas de toda la cuenca y abordar los problemas del río de forma común, para así ganar fuerza y capacidad de presión. En palabras de Paco Iturbe: “Es la hora de sentar las bases para que el río vuelva a ser un río vivo y esto sólo se consigue si reflexionamos colectivamente, como una cuenca, sobre lo necesario de un cambio del modelo productivo y de tener en cuenta los parámetros del cambio climático”.