Alternativas locales de adaptación ante el declive del petróleo.

Javier Zarzuela Aragón, miembro de Ecologistas en Acción y del grupo base Madrid en Transición. Revista El Ecologista nº 61

Cada vez hay más gente preocupada por las graves consecuencias del fenómeno conocido como Pico del Petróleo, que supondrá en un futuro próximo una escasa disponibilidad de este combustible en el que se basa toda nuestra economía. Ante esta situación en los países anglosajones ha surgido con una fuerza inusitada el llamado Movimiento de Transición, aunque ya se empieza a extender a escala mundial. Se basa en la iniciativa, creatividad e ingenio de las comunidades de personas para reconstruir la capacidad local de respuesta ante el declive energético.

Todos los que lean este artículo son hijos de una época de la Historia y, como corresponde, tomamos como perennes rasgos de la misma que a la postre tienen su fecha de caducidad. Lo que en Occidente siempre hemos vivido como permanente y en evolución constante (el progreso técnico y tecnológico, la seguridad y variedad alimentaria, la accesibilidad a lugares cada vez más apartados, la diversidad de saberes y caminos laborales, la liberación del trabajo manual duro, la extensión del ocio…) es en realidad un frágil andamiaje que se sustenta sobre el abastecimiento continuo y creciente de materias primas finitas, y del ininterrumpido y creciente flujo de petróleo barato, desde hace unos 100 años. Nuestra generación y la de nuestros padres son producto de un interludio de la Historia, corto y transitorio, donde damos por sentado, con matices según cada cual, que todo irá siempre “a más”, dentro de los patrones conocidos.

No obstante, muchas personas, en su fuero interno, saben que en esta sociedad del Primer Mundo funcionamos por encima de nuestras posibilidades, como aquel jugador compulsivo que compromete todos sus bienes en una noche frenética de casino. Y también sienten que la fiesta puede estar tocando a su fin. La evidencia científica del Pico del Petróleo [1] marca ya ese final, y el comienzo de la cuesta abajo. Una perspectiva que nos apabulla, nos angustia y nos remite a nuestros más primarios mecanismos de supervivencia: la negación (“no será todo tan negro”), la confianza en los milagros (“ya inventarán algo”), o la huída (“mis tíos tienen una finca con higueras en Guadalajara”).

Lo que nos dice el Pico del Petróleo, si lo miramos de frente

En esencia, el Pico o cenit del Petróleo es la culminación del continuo crecimiento en la cantidad de crudo procedente del subsuelo. A partir de este punto, se inicia un declive irregular, pero inexorable, de la cantidad de petróleo extraído. No se trata de que no quede ya petróleo, sino de que el restante es cada vez más difícil de extraer, y los nuevos yacimientos descubiertos o por descubrir no pueden compensar el agotamiento de los existentes (por cada cinco barriles que se extraen actualmente, se descubre uno).

El Pico del Petróleo es un concepto conocido desde los años 60, cuando se formuló para casos concretos de países productores. Ha sido a partir del inicio del siglo XXI cuando ha comenzado a debatirse abiertamente sobre la fecha en la que el cenit, o producción máxima, se alcanzará a escala global. El estudio de los patrones de comportamiento de los yacimientos en explotación y la dinámica de nuevos descubrimientos, indica que estamos ya en ese momento (80 millones diarios de barriles). El Oil Depletion Analysis Centre lo situó en 2007, Colin Campbell y Chris Skrebowski en 2010, y Jean Laherrere en 2015 [2]. La industria petrolera, a puerta cerrada, admite la inminencia del Pico, y numerosos gobiernos de Occidente se comienzan a interesar por estudiar a fondo sus consecuencias.

Según Campbell, “el Pico del Petróleo es un punto y aparte en la Historia de la Humanidad, de una magnitud sin precedentes, desde el momento en que nunca un recurso natural de tan crucial trascendencia social como el petróleo, ha encarado su declive por simple agotamiento, sin perspectivas de encontrar un sustituto mejor” [3].

Ni la energía nuclear ni las energías renovables, pasando por los biocombustibles, pueden sostener el consumo mundial actual, puesto que su rendimiento neto resultante (a la energía que producen hay que restarle la necesaria para la fabricación, puesta en producción, transporte, almacenamiento o procesamiento) es muy inferior al que se obtiene con el petróleo accesible. Los costes de obtención del petróleo, gas natural y carbón irán aumentando conforme sea más compleja su extracción, transporte y procesamiento, y las perforaciones serán cada vez menos rentables.

Qué será para nosotros la Transición

La Transición es el período histórico que va a afrontar la Humanidad, comprendido entre el inicio del aumento continuo e inexorable de los precios del petróleo (debido a la creciente dificultad para obtenerlo) y un nuevo escenario más o menos estable en el tiempo, en el que el consumo de materias y energía se ajuste a los límites de la realidad, esto es, los que impone la naturaleza finita de los recursos naturales y los procesos naturales del Planeta. Tanto las características del proceso de descenso como el estadio final del mismo, son conjeturables, pero apuntan a situaciones muy difíciles de encajar por la sociedad, tanto más cuanto mayor sea el nivel de desarrollo humano de una nación, “que no es sino es nivel de acceso de la población al petróleo, en forma de bienes y servicios”, según Pat Murphy [4].

Para las personas que han caído en la cuenta de en qué medida todo lo que rodea a nuestra sociedad es dependiente del petróleo barato, se vislumbra un panorama cuanto menos difícil de digerir, y con grandes incógnitas sobre nuestra capacidad de supervivencia. Y no la supervivencia de “las generaciones futuras”, como se apostilla estéticamente cuando se habla de problemática ambiental, sino de la generación actual: nosotros y nuestros hijos.

La disponibilidad de alimentos (su producción a la escala actual depende totalmente del petróleo, por la necesidad de maquinaria, fertilizantes, envasado y transporte), la producción de calor en las casas (que también depende del petróleo) y el funcionamiento de las máquinas y fábricas de productos básicos (que no están preparadas para la eficiencia energética con fuentes renovables), son el talón de Aquiles del sistema industrial basado en el petróleo barato. La globalización, fundamentada en el transporte y el combustible abundante, tiene sus días contados.

“Si el declive [energético] es tan acusado como algunos piensan, estamos ante un muy serio problema, mucho peor de lo que pudiéramos imaginar, y verdaderamente temible […] Los riesgos para nuestra economía y nuestra civilización son enormes, pero la gente no quiere oír hablar de ello” [5]. Con estas palabras, Robert Hirsch (experto encargado por el gobierno de EE UU para realizar en 2005 un estudio sobre cómo mitigar las consecuencias del Pico del Petróleo), enfoca sus reflexiones finales sobre la siguiente certeza: mientras que el cambio climático puede ser relativamente bien aceptado como realidad por la mayoría de la población, el Pico del Petróleo tiende a ser ignorado, negado o relativizado. ¿Por qué? Hay unas razones sencillas: mientras que el cambio climático nos plantea la necesidad ética de cambiar nuestra forma de vida (necesidad que, de momento, podemos asumir o no), el Pico del Petróleo nos indica que vamos a cambiar nuestra forma de vida, queramos o no, y que el cambio va a ser tanto más traumático cuanto menos preparados estemos para afrontarlo.

La complejidad del proceso de declive energético, decrecimiento productivo y derrumbamiento del sistema financiero (que, por definición, sólo existe si hay perspectiva de crecimiento), no permite aventurar escenarios sin crearnos una tremenda sensación de impotencia, desasosiego o espanto. Tras la conciencia de nuestra fragilidad, ¿hay alguna alternativa personal o colectiva al miedo? Sobre esta pregunta pivota el Movimiento de Transición.

El Movimiento de Transición

El Movimiento de Transición es la iniciativa colectiva de grupos de ciudadanos/as (vecindarios, barriadas, pueblos y ciudades) que, tras un proceso de “caer en la cuenta”, y pasar por el trance inevitable del pánico, visualizan cómo podría ser su ciudad/barrio/pueblo en un escenario de baja dependencia energética y de capacidad colectiva para proveerse de los medios de vida dignos: ¿cómo sería el barrio de Moratalaz, en Madrid, si fuera capaz de generar gran parte de sus alimentos? ¿Cómo estarían acondicionadas las casas de Navalmoral de la Mata, para guardar al máximo el calor en invierno? ¿Cómo se movería la gente entre Manresa y Barcelona, cuando el litro de gasolina llegue a los 50€? ¿Cómo conseguiríamos fabricarnos en Deusto la mayor parte de nuestras ropas? ¿Cómo conseguir el agua para regar los huertos de Altea, que puedan asegurar su abastecimiento?

La visualización del futuro deseable, como motor para la movilización, es la gran revolución que ha hecho del Movimiento de Transición, uno de los más activos y prolíficos del panorama internacional en sus escasos tres años de existencia. Nacido en Reino Unido y EE UU a partir de personas ligadas a la investigación, el ecologismo y la permacultura (Rob Hopkins, Shaun Chamberlin, Pat Murphy…), ha crecido de forma exponencial en los países anglosajones, materializado en iniciativas autónomas de grupos de vecinos, que desarrollan sus Planes de Descenso Energético en barrios, ciudades, pueblos e islas, aumentando con ello su grado de resiliencia, o capacidad del sistema local para afrontar los cambios inesperados o traumáticos procedentes del exterior, en lo que se refiere a las necesidades básicas.

¿Cómo se materializan las iniciativas locales para aumentar la resiliencia? La inmensa mayoría de ellas fomentan la creación de huertos urbanos, la plantación de árboles productivos, la construcción de casas y la mejora del aislamiento con materiales de la comarca, la recogida y reutilización de desechos, la creación de bancos de semillas y de plantas medicinales, la creación de talleres de aprendizaje de labores tradicionales (tejidos, conservación de alimentos, creación de herramientas), instalación de paneles solares, creación de sistemas de trueque y monedas locales, cría y cuidado de animales de tiro, mantenimiento de granjas avícolas, producción sostenible de leña… Existen ya unas 80 iniciativas en funcionamiento, más de 200 en ciernes, y miles de ciudadanos/as comprometidos en alguno de sus grupos.

Las iniciativas de Transición no son un movimiento ni político, ni ambientalista, ni de presión. Cada iniciativa vecinal tiene su personalidad, y se nutre de la visión colectiva de un futuro local menos dependiente de la energía, productor de sus bienes básicos y apoyado en la interdependencia de las personas cercanas. Es un movimiento inclusivo: todos los estamentos de la colectividad son necesarios: Ayuntamiento, comerciantes, docentes, cooperantes, jóvenes y mayores. Su poder persuasivo se genera sobre la visión de un futuro posible, el entusiasmo por el reto colectivo y la liberación de creatividad, más que sobre la imagen de un porvenir catastrófico. No se obvia la perspectiva de tiempos difíciles (Shaun Chamberlin habla de “oscuro optimismo”) ni se apuesta por una quimérica autosuficiencia local. Y si la colectividad no funciona, la iniciativa de Transición simplemente no existe.

Uno de los aspectos más llamativos del Movimiento de Transición (denominado en UK Transition Towns y en EE UU Post Carbon Cities) es el original enfoque psicopedagógico que ofrece a los grupos que desean promover iniciativas de Transición, para concienciar a la ciudadanía y orientar su energía hacia la visión positiva, el compromiso, la creatividad y el trabajo colectivo. Se trata de dinámicas, por lo general novedosas, amenas y sorprendentemente eficaces, procedentes muchas de ellas de la Psicología de las Adicciones del Dr. Chris Johnstone: existen grandes similitudes entre las drogodependencias, y la adicción al petróleo (o adicción al nivel de vida y consumo, incluido el ecoconsumismo). Los cuestionamientos personales, resistencias, iniciativas, dudas, recaídas y curación, son comunes en ambos campos, y ello da pie a que el Movimiento de Transición cuente con unas potentes herramientas psicológicas, de las que normalmente carece el movimiento ecologista.

Otra herramienta de primer orden es el “Cuento futurista” o Vision tale, que sirve a la colectividad para entusiasmarse en la construcción de escenarios posibles y deseables, diseñados desde el ingenio y la creatividad; y el estudio de procesos resilientes en la historia, como es la organización de Cuba ante el bloqueo y su particular Pico del Petróleo tras la retirada de la antigua URSS, o la economía de guerra del Reino Unido en el período 1940-1945.

Ciudades como Cambridge, Totnes, Kingston-upon-Thames, Sidney, York, Portland, Bristol, Brixton, Nottingham, Canterbury, Newcastle… están ya desarrollando su Planes de Decrecimiento Energético. En España estamos aún en el estadio de comenzar a conocer el Movimiento de Transición y el fenómeno del Pico del Petróleo. Ya se han puesto en marcha grupos facilitadores en Barcelona, Galicia, La Palma y Madrid, en lo que prevemos sea una bola de nieve que crecerá exponencialmente según se vaya conociendo, y dará luz a Planes de Decrecimiento Energético a lo largo y ancho del Estado español.

Como apunta Rob Hopkins, el creador del movimiento en Reino Unido, “el descenso energético será el ascenso energético de los lazos sociales comunitarios, con la Tierra y con los demás seres de nuestro Planeta”. Esto no será posible si, como remacha Richard Heinberg, uno de los grandes teóricos del Decrecimiento “nos atrancamos preguntándonos si el movimiento despegará o no, o cuándo lo hará”. La preguntas que nos interesan a todos/as son ¿Por dónde empezamos? y ¿vienes ya con nosotros/as?

Direcciones útiles

En las que se encuentra bibliografía básica, material visual, herramientas y vínculos con las iniciativas de Transición, en España y el resto del mundo:
- www.madridentransicion.org
- movimientotransicion.pbworks.com
- www.comunidadsinpetroleo.com/TNESP/index.html/index.html
- transicion.ning.com
- vesperadenada.org
- transitionculture.org
- transitiontowns.org
- www.powerofcommunity.org
- www.postcarboncities.net

Notas

[1] Para más información ver BALLENILLA, F: El final del petróleo barato, en El Ecologista 40, verano 2004

[3] Referencia en Rob Hopkins: Transition Handbook, p. 20.

[4] Pat Murphy: Plan C, Ed. Community Solutions.

[5] Robert Hirsch: Peak Oil Mitigation, www.globalpublicmedia.com/transcripts/2459