Hace ya bastantes años afirmábamos que Los Picos de Europa se encontraban en una encrucijada, que su futuro dependía de lo que en ese momento se hiciese.

Existía, por esas fechas, una fuerte confrontación en la que dos puntos de vista propugnaban unos modelos de uso, de ese espacio de montaña, radicalmente distintos.

Uno de ellos lo conformaba un conglomerado del que formaban parte políticos locales y de la comunidad, así como empresarios ligados al sector inmobiliario-hostelero. Estos consideraban los Picos de Europa como materia prima fundamental para el desarrollo de la industria turística. El otro, defendido fundamentalmente por colectivos ecologistas y personas amantes de la naturaleza, exigía la declaración de Parque Nacional para los tres macizos, para tratar de asegurar, con ello, la conservación de sus valores paisajísticos y ecológicos.

DE CÓMO LA PROTECCIÓN SE TRANSFORMA EN PROMOCIÓN

En el año 1995, por fin, son declarados los tres macizos de los Picos de Europa Parque Nacional. Parecía, y en parte así era, que esa larga confrontación se inclinaba del lado de los ecologistas: por fin institucionalmente se había tomado el camino de la conservación ecológica de ese espacio de montaña, frente a las fuertes presiones de los sectores económicos, interesados en hacer de él uno de los ejes centrales de la industria turística.

Esas primeras esperanzas, acompañadas todo hay que decirlo, de bastante incredulidad por parte del movimiento ecologista, pronto se vieron defraudadas. La vía de los recursos paralizó de hecho la aplicación concreta de las medidas de protección prevista en la ley, y la consecuencia fue la existencia de un Parque Nacional sin contenido jurídico que asegurase la aplicación de tales medidas: sin plan de uso y gestión; fuertemente presionado por los intereses económicos; abandonado por quienes tenían la responsabilidad institucional de asegurar, como la ley exigía, su conservación.

De esa manera los Picos de Europa acabaron dotados de una especie de denominación de origen -Parque Nacional- promocional, que actuaba de elemento de atracción de ese paraíso natural que, al menos, desde la comunidad asturiana se intentaba vender como oferta turística.

Los Picos de Europa eran nominalmente Parque Nacional pero vaciado de todo contenido legal, lo cual permitía que en ese espacio pudiesen tener cabida todo tipo de proyectos, por más agresivos que estos fueran para la conservación de sus ecosistemas.

¿PARQUE NACIONAL O PARQUE TEMÁTICO?

La economía asturiana siempre ha sido poco diversificada. Durante muchas décadas dependió del monocultivo del carbón y del acero. Cuando estos sectores entraron en crisis tal monocultivo fue sustituido por otro: la construcción y el turismo. Es lo que coloquialmente llamamos el conglomerado del hormigón.

Este conglomerado se ha lanzado a una urbanización desmesurada tanto de la costa, como de la montaña. Su idea central podría resumirse en lo siguiente: todo espacio no colonizado por el hormigón carece de valor; es la posibilidad de ser hormigonado (urbanizado) lo que le hace valioso.

Adosados, campos de golf, estaciones de esquí, puertos deportivos, pantanos, infraestructuras viarias o portuarias, etc. Todo el territorio debe estar a su disposición y además sin ninguna limitación. Las inversiones económicas lo justifican todo y no están sujetas a limitación alguna.

Para este conglomerado -que evidentemente tiene importantes conexiones con el mundo político- los Picos de Europa son una pieza clave por si mismos, y por su importancia promocional para el conjunto del territorio. Respecto a este espacio de montaña su máxima sería: cuanta más gente acceda a ellos mejor.

Para facilitar esa avalancha de visitantes -conviene rocordar que, como indica el gráfico, en el año 2004 el número fue de 2.221.761- defienden la mejora constante de los accesos: carreteras, aparcamientos, rutas señalizadas de uso turístico, y rechazan con vehemencia cualquier propuesta de limitación; de racionalización; de adaptación de los usos a la conservación de los ecosistemas.

Esa afluencia de visitantes (fundamentalmente concentradas en los meses de julio, agosto y septiembre, junto con semana santa que acumulan más del cincuenta por ciento de las visitas) crea unos enormes y, en muchos días, irresolubles problemas circulatorios. En el mes de agosto del año 2004 visitaron la zona de los lagos 332.332 personas, es decir cerca de 12. 000 por día; teniendo en cuenta que los niveles de afluencia no son constantes es probable que algunos días más de veinte mil personas accedieran a ese lugar.

Esta situación es insostenible desde el punto de vista ambiental y fuera de toda lógica. Se mire desde la perspectiva que se mire, racionalizar esa situación, adaptándola a las capacidades tanto de los ecosistemas como del propio espacio físico, se hace necesario y urgente.

Pues bien el sector del hormigón se niega a aceptar cualquier medida que suponga una traba para la llegada de visitantes; es más, lo que plantea es modificar las infraestructuras de acceso ya existentes, y crear otras nuevas, transformando el espacio físico del Parque Nacional.

PROPUESTAS DEL CONGLOMERADO DEL HORMIGÓN

En Asturies la industria turística es un pilar importante de la economía. Esta industria se fortalece en la medida de que el número de usuarios que la solicitan aumenta, no sólo en número sino en capacidad adquisitiva, o lo que es lo mismo en capacidad de gasto. Esa industria necesita más turistas y que gasten más.

Los impactos ambientales que tal industria ha ocasionado en el medio no son nuevos, ni forman parte del mundo especulativo de los ecologistas. La situación de la costa mediterránea es un ejemplo de tales impactos del que debiéramos aprender.

Puesto que lo que se utiliza como imagen publicitaria del sector turístico son unos espacios cada vez más escasos, y muy frágiles desde el punto de vista ecológico, las actividades que se desarrollen en ellos exigen planificación, preservando, en todo caso, los ecosistemas naturales.

Es evidente que el número de visitantes que cada año van a los Picos de Europa es insostenible desde el punto de vista ambiental, pero resultan muy beneficiosos para una industria turística que sólo atiende a criterios económicos muy a corto plazo.

Sería deseable y posible, consolidar una política turística que utilizando criterios distintos, es decir, no exclusivamente económicos, pudiera realizar una oferta en la que convivan armónicamente el desarrollo sostenible del sector, y el mantenimiento de los ecosistemas que permiten la pervivencia de unos espacios naturales de gran valor ecológico.

Desgraciadamente las cosas en Asturies van por otro camino. Tanto desde las distintas administraciones, como desde la industria del ocio, el papel principal que se le otorga a los espacios naturales, es el de materia prima para la atracción del mayor número de visitantes. Los criterios ambientales; la preocupación por la conservación de los ecosistemas; las propuestas de sostenibilidad; son pura retórica, sin ninguna repercusión práctica.

Así el número de visitantes, a todas luces insostenible dadas las dimensiones de este espacio de montaña, es abordado como un simple problema de tráfico, es decir, el problema no está en el número de visitantes, sino en las deficientes infraestructuras existentes para acogerlos; moraleja : hágase un ambicioso plan de infraestructuras que permita evitar los actuales colapsos circulatorios, y posibilite la afluencia normalizada de las actuales visitas, o de un número aún mayor.

PROYECTOS EN MARCHA

Actualmente existen varios proyectos de mejora de infraestructuras. Citaré sólo tres: a) reforma del puente de Poncebos para favorecer el paso de vehículos en dirección a Sotres; b) petición de aumento de horario en el funcionamiento del funicular de Bulnes; c) proyecto de variante de Muñigo y construcción de nuevos aparcamientos.

Estos proyectos pretenden facilitar los accesos a los Picos de Europa para evitar los colapsos que, en los meses de mayor afluencia, se producen tanto en la subida a los lagos como en la zona de Poncebos. Los tres, por tanto, siguen un mismo guión: no existe preocupación alguna por los impactos ambientales que la masificación pueda ocasionar en el Parque Nacional, de lo que se trata en realidad es de favorecer el acceso del mayor número posible de personas, ampliando los accesos, para hacerlos más fluidos y cómodos.

En cuanto se habla de racionalizar el tráfico, de sustituir el transporte privado por el público; de establecer topes de visitantes, los insultos y descalificaciones, a quienes defendemos esas opciones, se disparan.

Los problemas de Los Picos de Europa quedan reducidos, para el sector del hormigón a meros problemas de trafico, y plantean resolverlos ampliando las infraestructuras viarias, lo cual, por otra parte, lo único que hace es reproducir nuevamente el problema: si existen mejores accesos vendrá un mayor número de visitantes que de nuevo los colapsarán.

Los Picos de Europa son para algunos una especie de gallina de los huevos de oro y están dispuestos a aumentar constantemente la producción de huevos aunque al final maten la gallina