La batalla política de la basura en Gipuzkoa.

Ekologistak Martxan. Revista El Ecologista nº 74.

El tratamiento de los residuos sólidos urbanos se ha convertido en Gipuzkoa en uno de los temas estrella de la confrontación política. Gipuzkoa, con sus vertederos colmatados, vierte desde 2008 unas 25.000 toneladas al año en Igorre (Bizkaia). El anterior Gobierno optó por la incineración como destino final de los residuos, pero la oposición a la incineradora dio lugar al inicio de experiencias de recogida selectiva. Ahora, la apuesta de la coalición Bildu, que gobierna en la Diputación, por la separación en origen de la basura para su posterior reciclaje ha provocado una marejada que transciende la discusión racional sobre el tema para convertirse en una lucha electoral.

La Directiva Europea de Residuos (2008/98/CE) obliga a cumplir una jerarquía en el tratamiento de los residuos: primero reducir la cantidad generada, después reutilización y reciclaje, y por último incineración y vertido. El sistema de recogida de residuos urbanos Puerta a Puerta (PaP), responde totalmente a esa Directiva, que además establece la obligación de recoger de manera separada los residuos orgánicos. Esta separación aumenta la cantidad de residuo que puede reciclarse, pero ¿dónde queda el objetivo de reducción de residuos? Incidir en la reducción de la cantidad de residuos generada es todavía un reto pendiente.

Por el contrario, la incineración es una opción tecnocrática que ignora la autonomía municipal y la implicación de la ciudadanía en la resolución del problema, además de tener graves inconvenientes ambientales. Por ello, cualquier sistema que permita gestionar los residuos sin incineración y con recogida selectiva resulta aceptable en la medida que no provoque nuevos problemas ambientales y evite la destrucción de recursos.

La recogida selectiva es la clave

Es necesario adoptar medidas en los municipios para hacer obligatorio y eficiente el reciclaje. Para ello no desdeñamos ningún sistema de recogida, pero el objetivo tiene que ser claro: llegar al 80% de recogida selectiva, que es lo que alcanzan los sistemas PaP establecidos en Catalunya o Gipuzkoa. Cualquier sistema de recogida debe ser adaptado a la realidad municipal en la que se circunscribe, con la participación de la ciudadanía, algo clave para el buen funcionamiento del sistema que se adopte.

Abordar la recogida de la materia de orgánica (alrededor del 45% del total de la basura) para su compostaje es imprescindible para reducir los residuos. Esta fracción de la basura se puede recuperar para enriquecer la tierra, algo necesario puesto que en los suelos de Euskadi existe un déficit de materia orgánica.

Con la recogida PaP personalizada, tras una correcta separación de la materia orgánica, se está alcanzando una alta eficiencia, con tasas de recogida selectiva superiores al 80%, lo cual posibilita mayor reciclaje (en Antzuola se recicla el 92%), frente al modelo de contenedores colectivos. Así, en Bizkaia con el quinto contenedor (para materia orgánica) con llave, se pretende en cinco años compostar el 4% de la materia orgánica, un objetivo muy escaso cuando si nos fijamos en Usurbil, por ejemplo, tras dos años desde el inicio del proceso de discusión, se esta compostando casi el 100%.

Críticas de la oposición política

La oposición política se enfrenta al sistema PaP con argumentos como imposición, suciedad, “turismo de residuos” o alto coste. En cuanto a la suciedad y malos olores olvidan la situación de los contenedores en nuestras ciudades, a menudo rebosados y rodeados de residuos. La minimización de estos efectos secundarios está en la regulación y respeto de los horarios de depósito y recogida de los residuos.

Si hablamos de coste económico, es interesante saber que la incineradora de Zabalgarbi (Bizkaia) costó 154 millones de euros (destruye-quema 200.000 t/año), a los que hay que sumar los 30 millones de la planta de tratamiento mecánico-biológico (planta de secado de los residuos para facilitar su quema). Frente a ello, la planta de compostaje de Artigas ha costado 6,2 millones y puede tratar 20.000 t/año de materia orgánica.

Desde Ekologistak Martxan creemos fundamental la participación consciente y responsable en los asuntos ambientales. El PaP puede ser una alternativa flexible y adaptable a cada realidad de los pueblos y ciudades y en el debate con los ciudadanos hemos de ir avanzando en articular las soluciones más correctas. Por ejemplo los pinchos (postes) que han dado un buen resultado en Usurbil, pueden no ser el único sistema ni el mejor en otros lugares. También somos partidarios de la aplicación simultánea del sistema del depósito y devolución para envases de aquellos líquidos de mayor consumo: agua, cerveza, zumos o refrescos. De esta manera puede aumentar el reciclaje de los envases del 30% actual al 98%, como ocurre en Alemania gracias a estos sistemas.

El laberinto gipuzkoano

En la actualidad Gipuzkoa no puede gestionar la materia orgánica que prevé recoger mediante el PaP por falta de plantas para su tratamiento. La alternativa, mientras se ponen en marcha las plantas de compostaje, es llevar ese residuo a comunidades vecinas. En 2008, cuando inauguraban la planta de compostaje de Lapatx en Azpeitia (Gipuzkoa), las autoridades del PNV decían que era “la primera de las tres de que dispondrá Guipúzcoa en 2009”. Pero en 2012 aún no las tenemos.

¿Qué han hecho los diversos Gobiernos del PSOE municipales, del PNV, o del PP, para evitar llegar a esta situación de colapso desde la moratoria a la construcción de la incineradora a finales de los años 90? Se olvidaron, completamente, de las plantas de compost de Sasieta y Txingudi y apostaron, siempre, por la futura construcción de la incineradora de Zubieta, olvidando el compostaje como alternativa global. Ahora critican la calidad del compost producido por el PaP, aunque el compost de Lapatx ha recibido la certificación de calidad Tipo A del Ministerio de Medio Ambiente, por lo que puede utilizarse con plenas garantías en jardinería o sustratos de cultivo.

En el tablero político, el PNV ha movido sus peones y a través de la plataforma Gipuzkoa Garbia ha recogido 60.000 firmas en “contra del puerta a puerta y a favor del reciclaje”. Quieren de esa forma parar esta “locura”, afirmando que “la imposición es cosa del pasado”. Según los concejales del PNV, los guipuzcoanos no entienden ni comparten el “fanatismo” de Bildu en la gestión de los residuos y afirman que esta coalición realiza una interpretación “tergiversada” de las normas europeas, puesto que “la UE admite, sin reservas, la incineración y la coloca por delante de los vertederos. Bildu apuesta por abrir nuevos basureros, cuando es la última opción recogida en la directiva”. Cerrando el círculo de la lucha política, el PNV no prorroga el permiso de vertido en Bizkaia.

Resulta chocante la capacidad de algunos para releer las directivas e interpretarlas para apoyar en ellas su argumento principal: la incineración. También es significativo que su lema para la recogida de firmas sea “a favor del reciclaje”, puesto que hoy día estaría feo pedir firmas contra el puerta a puerta y a favor de la incineración.

Por su parte, el PSOE y el PP se suman abiertamente a esta cruzada contra el “puerta a puerta”. Su principal motivo es oponerse al Gobierno de la Diputación y comparten con el PNV los argumentos expuestos. Es de destacar la actitud beligerante de PSOE que pudiendo hacer de catalizador del debate e intermediario en la negociación de un acuerdo institucional para salir de la situación de bloqueo, ha optado por la confrontación directa, dificultando una solución al problema de los residuos. Entrando, por cierto, en contradicción con el PSOE madrileño que en su congreso apoyó la recogida selectiva y el PaP allá donde fuese posible, además del caso de numerosos ayuntamientos catalanes con gobierno socialista en los que se aplica este tipo de recogida.

Otro argumento que se ha utilizado en contra de esta iniciativa de recogida selectiva es el de la imposición. Sin embargo, denunciar esta imposición debería llevarnos a reivindicar la participación ciudadana en la toma de decisiones, esto es, la democracia directa frente a la actual democracia representativa. La población tiene derecho a expresar su opinión y a que sea tenida en cuenta en la toma de decisiones respecto a temas importantes y polémicos. Y en este sentido, la incineración era y es una imposición rotunda.

Por todo ello, Ekologistak Martxan saluda y apoya que una opción política con capacidad para gobernar apueste seriamente por el reciclaje y, por ende, rechace la incineración. También denuncia a la oposición que, por todos los medios y con burdos argumentos, trata de bloquear el proyecto “puerta a puerta”. Todo ello sin renunciar a que se debata, que se escuchen y confronten todos los argumentos, que se consulte a la ciudadanía y se diseñen los mejores sistemas posibles para el aprovechamiento máximo de los residuos. Y sin olvidar la necesidad de reducir drásticamente su generación.