El ladrillo amenaza una de las mejores playas vírgenes de Andalucía.}

Juan Clavero, Ordenación del Territorio de Ecologistas en Acción de Andalucía. Revista El Ecologista nº 74.

La ciudadanía está harta de la demagogia que promete salir de la crisis a base de destruir nuestros últimos paisajes vírgenes. En este sentido, la playa de Valdevaqueros se ha convertido ya en un emblema del compromiso ciudadano en defensa del litoral, del paisaje y de los espacios naturales andaluces.

A estas alturas, y con la que está cayendo, esta noticia suena a cachondeo, pero es cierta. Una empresa promotora ha presentado un proyecto para urbanizar una de las playas más bellas del litoral andaluz y una de las mejor conservadas del sur de Europa: Valdevaqueros, playa virgen bajo una gigantesca duna viva que es todo un emblema para los deportes del viento. Es un paraje donde se ha demostrado que se puede utilizar el litoral sin destruirlo a base de ladrillo y hormigón. El grupo empresarial GMT, el mismo que proyecta urbanizar El Palmar, otra de las playas vírgenes más famosas de Cádiz, pretende construir un complejo urbanístico-turístico de 740.000 m2 junto a la playa, con 350 viviendas y varios hoteles con una cabida total de 1.423 plazas.

Creíamos que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, y tras el desastre a que nos están llevando los activos tóxicos de la banca y cajas de ahorros, no habría que dar mayores argumentos para desestimar de forma definitiva este tipo de proyectos y proceder a desclasificar esos millones de metros cuadrados declarados urbanizables, imposibles de desarrollar, y cuyo valor de mercado es una pura entelequia; pero no es así. Si la crisis está siendo particularmente grave en Andalucía es debido precisamente a la enorme dimensión que alcanzó el sector de la construcción, provocando un auténtico monocultivo en muchas comarcas andaluzas. Ahora, algunas empresas, entidades financieras y administraciones pretenden revitalizar la política y cultura del ladrillo.

Límites que no limitan

El Parlamento de Andalucía intentó en 2006 poner cierto coto a las dimensiones que estaba alcanzando la burbuja inmobiliaria, aprobando el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) que ponía límites a la recalificación de suelos y a la construcción de viviendas. Los límites eran amplísimos, para un periodo de ocho años se fijaban en un crecimiento máximo del 40% de suelo urbanizable, y viviendas para un crecimiento demográfico no superior a los de la última década, con un máximo del 30% más de población. También se excluían las urbanizaciones en campos de golf, con el objetivo de frenar la dispersión urbanística que estaba destruyendo el modelo de ciudad compacta mediterránea, creando una trama urbana dispersa, económica y territorialmente ingestionable.

A pesar de que ninguna ciudad crece a esos ritmos, desde entonces la política de la Junta de Andalucía ha consistido en modificar estas normas e inventar subterfugios para eludir el mandato parlamentario. Por presión de los promotores urbanísticos pronto se modificó el decreto del golf, permitiendo más macrourbanizaciones. Se buscaron sistemas perversos como las “Áreas de oportunidad”, teóricamente zonas para construir viviendas para una demanda distinta y superior a la municipal (¿de dónde?), llegándose a contabilizar como suelo urbano actual las urbanizaciones ilegales, para permitir unos mayores porcentajes de crecimiento.

En unos Planes de Ordenación del Territorio se plantean crecimientos que duplican o triplican los suelos urbanos y la población actual. Las exhortaciones a configurar ciudades compactas, sin edificaciones segregadas, y los compromisos de rehabilitación y regeneración urbanas… han sido sistemáticamente olvidadas. Si se tiene en cuenta que en Andalucía hay 130.000 viviendas sin vender, no se entiende que se siga planteando la construcción de más y más urbanizaciones y de decenas de miles de nuevas viviendas, sobre todo en el litoral.

Vuelta al pasado

En este contexto, el ayuntamiento de Tarifa, con los votos a favor del PP y el PSOE y la oposición de IU, aprobó el pasado mes de mayo el Plan Parcial SL1 Valdevaqueros, y lo hicieron sobre la base de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que data de 1991 y que incluía varias macrourbanizaciones a lo largo del valiosísimo litoral virgen que tiene este municipio, ubicado al Sur del Sur, entre dos mares y dos continentes. Dicho PGOU fue ratificado por la Junta de Andalucía en 2010 sin poner ni un reparo a estas macrourbanizaciones. Y no es un caso único. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria los ayuntamientos y la Junta de Andalucía han seguido aprobando diversos PGOU y Planes de Ordenación del Territorio (POT) de ámbito comarcal que han seguido los mismos planteamientos de los que nos han llevado a esta ruina.

Este Plan Parcial de Valdevaqueros afecta a zonas de altísimo valor ecológico del Parque Natural del Estrecho, declarado también Lugar de Interés Comunitario (LIC), Zona de Especial Protección de las Aves (ZEPA), e integrado en la Reserva de la Biosfera de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo, además de que se encuentra muy cerca del Parque Natural Los Alcornocales. Aunque parezca increíble, ni el PGOU de Tarifa ni este plan parcial se han sometido a evaluación de impacto ambiental.

El proyecto ha suscitado una amplísima reacción ciudadana, sobre todo en las redes sociales, expandiéndose como un reguero de indignación por todo el país y por países europeos que tienen en Tarifa un emblema de litoral paradisíaco. Se ha constituido la Plataforma Salvemos Valdevaqueros, y se han recogido 92.000 firmas de un manifiesto dirigido al alcalde de Tarifa –con copia a la consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente y a la Unesco– que termina con la siguiente reflexión y petición: “Parece que usted, al igual que muchos de nuestros gobernantes, aún no ha aprendido la lección de fiar nuestro desarrollo económico a un modelo de crecimiento basado en el ladrillo: una opción miope y cortoplacista que solo significa pan para hoy y hambre para mañana. Los visitantes vienen a Tarifa a admirar parajes espectaculares como el de Valdevaqueros, no en busca de playas plagadas de edificios. Por todo ello, porque llenar nuestras costas de ladrillo nunca ha sido la solución para garantizar un crecimiento económico sostenible, le exigimos que detenga este despropósito”.

Y como no podía ser menos, a las movilizaciones sociales se ha respondido por parte del alcalde Juan Andrés Gil –personajillo lamentable que ya ha sido alcalde por tres partidos políticos, ahora del PP–, llamando a los parados contra ecologistas y guiris, a los que culpa de la paralización económica del municipio.

Reacción timorata

Los máximos responsables de la Junta de Andalucía (PSOE-IU) han coincidido en la inconveniencia de este modelo de desarrollo urbanístico-turístico en el litoral andaluz, llegándose a plantear la necesidad de modificar el PGOU de Tarifa para preservar esta playa virgen. Pero tras estas primeras declaraciones, han intentado eludir sus responsabilidades argumentando su falta de competencias para desclasificar estos suelos, pues, aseguran, es competencia municipal. Esto no es cierto, la Junta de Andalucía tiene competencias plenas y exclusivas en la ordenación del territorio y en los espacios naturales protegidos, y existen instrumentos legales para proteger estos suelos e impedir el desarrollo de esta macrourbanización.

Ecologistas en Acción le ha planteado al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que hay que plantear un nuevo modelo urbanístico y territorial en Andalucía, dirigido a mejorar pueblos y ciudades, a garantizar a todos los ciudadanos el derecho constitucional a una vivienda digna, y a promover la desclasificación de todos los terrenos ajenos a las ciudades históricas sobre los que pende la amenaza del ladrillo y el hormigón, blindando la protección de las últimas zonas vírgenes del litoral. Advertimos en nuestro escrito que no se puede salir de la crisis aprobando o desarrollando planes gestados o aprobados en plena vorágine de la especulación urbanística, planes que fomentan un modelo fracasado, basado en crecimientos urbanísticos ilimitados e insostenibles promovidos por los mismos que nos han abocado a esta grave crisis económica y social.

Olvidarse de proyectos especulativos

Ecologistas en Acción entiende que hay que plantear con urgencia la revisión de planes urbanísticos y de ordenación del territorio gestados y/o aprobados en plena burbuja inmobiliaria, eliminando todos los proyectos especulativos y adaptándolos a los nuevos tiempos y a criterios rigurosos de sostenibilidad. Por ello le hemos solicitado que inicie los procedimientos de nulidad del Plan Parcial SL1 Valdevaqueros y la modificación del Plan de Ordenación del Territorio del Campo de Gibraltar para proteger esta zona y garantizar la protección y conservación de todo el litoral tarifeño.

Y las movilizaciones ciudadanas se acrecientan. El 4 de agosto cientos de personas nos manifestamos por la playa de Valdevaqueros, con el apoyo y aplauso de los miles de bañistas que eligen este paraje privilegiado en sus vacaciones. La ciudadanía está ya muy harta de tanta demagogia que promete salir de la crisis a base de destruir nuestros últimos paisajes vírgenes. Valdevaqueros se ha convertido ya en un emblema del compromiso ciudadano en defensa del litoral, del paisaje y de los espacios naturales andaluces.