Negativos efectos de la fractura hidráulica sobre los acuíferos.

Santiago Martín Barajas, Área de Agua de Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 76.

La fractura hidráulica constituye un riesgo muy grave y difícilmente reversible para el medio hídrico, pero en especial para los acuíferos y las aguas subterráneas.

En los últimos años se han concedido en España numerosos permisos de investigación para la posible extracción de gas natural del subsuelo mediante la utilización de la técnica de la fractura hidráulica (fracking).

Dicha técnica consiste, básicamente, en la realización de una perforación en el suelo, que puede llegar a superar ampliamente los mil metros de profundidad, hasta alcanzar el sustrato que contiene gas metano en sus poros. A menudo estos sustratos son pizarras bituminosas. Tras esto, se procede a realizar perforaciones más o menos horizontales para así fracturar las pizarras mediante la utilización de explosivos y la inyección, a grandes presiones, de un fluido compuesto por agua, arena y productos químicos. Con ello se consigue la liberación de gas, que fluye hasta alcanzar la superficie.

La aplicación de la fractura hidráulica puede tener efectos perniciosos sobre los recursos hídricos, pudiendo producir alteraciones físicas en los acuíferos, consumos elevados localizados, y muy especialmente la contaminación de sus aguas por los productos químicos que utilizan. Por lo que puede representar una amenaza para la disponibilidad de un recurso tan esencial como el agua, cada vez más escaso en nuestro entorno debido al incremento del consumo y a su reducción a causa del cambio climático.

Las perforaciones pueden causar modificaciones en el funcionamiento de los acuíferos mediante interrupciones en el flujo del agua, comunicación del acuífero con sustratos más profundos, etc. De esta manera, si la actividad realizada produjera fracturas en la capa impermeable sobre la que se asienta el acuífero, el agua almacenada podría desplazarse hacia capas más profundas, desencadenando la destrucción del mismo.

Riesgo de contaminación

Sin embargo, la principal alteración que esta actividad puede producir sobre los acuíferos viene derivada de la posible contaminación de sus aguas a causa de los compuestos químicos empleados, que suponen aproximadamente un 2% del volumen total del fluido utilizado en el desarrollo del fracking. Dado el elevado volumen de agua que se introduce en cada pozo, y los numerosos pozos que se requieren para la explotación del gas, se pueden llegar a inyectar al terreno varios miles de metros cúbicos de compuestos químicos por kilómetro cuadrado, compuestos formados por centenares de sustancias químicas diferentes.

A pesar del riesgo que representa la inyección de este líquido a gran profundidad, donde es prácticamente imposible de controlar, las empresas argumentan que su composición es secreto comercial y, al menos en una parte de los compuestos, no se dan a conocer. Y la porción de compuestos que sí se conocen no aporta precisamente tranquilidad. Según el informe del Parlamento Europeo Repercusiones de la extracción de gas y petróleo de esquisto en el medio ambiente y la salud humana [1], de una lista de 260 sustancias que se sabe con certeza que se utilizan en la fractura hidráulica, nos encontramos con que 58 de ellas resultan altamente nocivas y 6 figuran en la lista 1 de sustancias prioritarias, que requieren atención inmediata debido a sus posibles efectos en los seres humanos o en el medio ambiente, de la Comisión Europea. Estas son: la acrilamida, el benceno, el etil benceno, el isopropilbenceno, el naftaleno y el etilendiaminotetraacetato de tetrasodio.

Sin duda, la introducción de estos compuestos en elevados volúmenes y a alta presión en los pozos representa un elevado riesgo para los acuíferos. No hay que olvidar que los pozos atraviesan los acuíferos por varios puntos y, posteriormente, fracturan y disgregan la roca a una gran profundidad. En este sentido, resulta temeraria e irresponsable la posición de los defensores del fracking negando tajantemente toda posibilidad de contaminación o alteración de las reservas subterráneas de agua.

Los acuíferos que se contaminen es muy posible que queden inutilizados de manera irreversible para el uso y consumo humano, y muy probablemente también para el riego de cultivos, con el consiguiente perjuicio social y económico que ello conllevaría. Otro problema a considerar es el tratamiento del fluido de retorno: tanto el almacenamiento en balsas adyacentes a los pozos para su evaporación parcial, como su traslado a centros de tratamiento, conllevan potenciales impactos sobre el medio ambiente.

En definitiva, la fractura hidráulica constituye, con carácter general, un riesgo muy grave y difícilmente reversible para el medio hídrico y muy especialmente para los acuíferos y las aguas subterráneas.

Muchos permisos

Actualmente en España son muchos los permisos de investigación solicitados, y los ya concedidos, para la obtención de gas metano mediante fractura hidráulica. Hay que tener en cuenta que simplemente con el permiso de investigación la compañía puede hacer perforaciones e, incluso, desarrollar la fractura hidráulica (o al menos así lo suelen interpretar). La mayoría de estos permisos se concentran en dos grandes áreas: la primera, y más extensa, afectaría al País Vasco casi en su totalidad, también a parte de Asturias, Cantabria y La Rioja, y a las provincias de Palencia, Burgos y parte de las de León y Valladolid; mientras que la segunda se sitúa al norte del Ebro hasta alcanzar los Pirineos, afectando a diferentes territorios de las provincias de Zaragoza, Huesca y Lleida.

También se han concedido permisos de investigación en otras comunidades autónomas, como Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha. En esta última, la zona afectada se localiza en las inmediaciones de las Lagunas de Ruidera, que es una zona calcárea de gran interés natural y especialmente sensible a las alteraciones y modificaciones del medio hídrico subterráneo.

Según el informe Efectos de la fractura hidráulica sobre el agua en España [2], elaborado por Ecologistas en Acción, el 79% de los permisos de investigación solicitados o concedidos se sitúan sobre acuíferos conocidos. Además, de estos permisos de investigación que afectan a acuíferos conocidos, el 56% se ubican sobre acuíferos carbonatados o calcáreos, que resultan especialmente frágiles ante la alteración física y la contaminación química, por lo que el riesgo de que se vean afectados por la aplicación de la fractura hidráulica se incrementa de manera sustancial.

En definitiva, en el caso de llevarse a cabo la exploración y producción de gas mediante fractura hidráulica en las zonas donde hay permisos de investigación, es esperable que se produzcan daños importantes y, en muchos casos, irreversibles a numerosos acuíferos. Esto es aún más grave en los calcáreos, en los cuales además son frecuentes las surgencias y salidas de agua a la superficie a través de fuentes y manantiales. El agua contaminada de estos acuíferos puede abastecer directamente a los cursos superficiales por lo que, aparte de contaminar las aguas subterráneas, también podría llegar afectar a los ríos.

Asimismo, algunos acuíferos, como los de La Mancha, mantienen una relación estrecha y directa con humedales superficiales, de gran valor natural, al albergar gran cantidad de especies de aves, y que se encuentran protegidos por la normativa regional, estatal y comunitaria. Estos humedales podrían sufrir los impactos de la fractura hidráulica, produciéndose tanto su alteración física como la contaminación de sus aguas.

En definitiva, existen sobradas razones para que se suspendan de inmediato todos aquellos permisos de investigación y extracción que se sitúen sobre acuíferos, y especialmente los que se ubican sobre acuíferos carbonatados, pues el riesgo de una contaminación de las aguas resulta muy alto. En caso contrarío, es muy posible que se produzcan daños irreversibles en los acuíferos, con unas muy graves consecuencias ambientales, sociales y económicas, cuyos efectos podrían perdurar durante generaciones.

Notas