El petróleo procedente de fuentes no convencionales, tales como las arenas bituminosas o de petróleo de esquisto, tiene unas emisiones asociadas de CO2 muy superiores a las del petróleo convencional, de acuerdo a un nuevo informe. En concreto los estudios revelan unas emisiones un 23% superiores para el primero, y de un 50% para el segundo. La UE debería diferenciar así entre las emisiones de cada tipo de petróleo, para evitar el consumo masivo de petróleos no convencionales, y no ceder a las presiones de las compañías petrolíferas y del gobierno de Canadá. De lo contrario echaría al traste el compromiso de reducir en un 6% las emisiones de CO2 debidas al consumo de combustibles fósiles en 2020.

Según la Directiva de Calidad de Combustibles de la Unión Europea, para 2020 los combustibles fósiles consumidos en la UE deberían emitir un 6% menos de emisiones de CO2 respecto a los consumidos en 2010. Para su correcta aplicación la Directiva tiene que establecer las emisiones medias de CO2 de cada tipo de combustible, teniendo en cuenta también la energía invertida en su extracción y procesamiento. Como es lógico, y así lo atestiguan los estudios realizados hasta el momento, los combustibles no convencionales que requieren de un mayor consumo de energía para su obtención, suponen un 23% más de emisiones en el caso de las arenas bituminosas, y de un 50% más en el caso de los procedentes de petróleos de esquisto

La única manera de que la UE cumpla con el compromiso establecido en esta Directiva -el cuál forma parte del compromiso más amplio de la UE por reducir en 2020 un 20% de sus emisiones de CO2 respecto a 1990- es diferenciando entre unos petróleos y otros, para de este modo dirigir el mercado de combustibles hacia aquellos con unas emisiones asociadas menores.

Esto choca con los intereses de las compañías petrolíferas, como Repsol, y de algunos gobiernos como el de Canadá, los cuáles están presionando para que no haya unos límites diferenciados por tipo de petróleo, sino uno homogéneo para todos, y de esta forma poder introducir los petróleos no convencionales como si nada. El gobierno de Canadá está utilizando incluso las negociaciones sobre el acuerdo comercial con la UE, para lograr este objetivo, y poder así introducir el petróleo de arenas bituminosas que hay en su territorio; las tercera mayor reserva de este tipo de petróleo en el mundo. Actualmente la UE importa una proporción pequeña de arenas bituminosas de Canadá, pero esta situación podría cambiar tanto por la construcción del polémico oleoducto Keystone XL que atravesará Norteamérica de Norte a Sur, que permitiría colocar una mayor cantidad de arenas bituminosas en el mercado global. Canadá está ejerciendo una tremenda presión de lobby sobre la UE para conseguir sus objetivos. El ministro canadiense de Recursos Naturales Joel Olvier, se encuentra de visita en Europa esta semana con este objetivo.

Para Ecologistas en Acción, la UE no debe ceder a las presiones de las compañías petrolíferas y del gobierno canadiense, por incluir un único valor límite homogéneo para todo tipo de combustible, que supondría una renuncia manifiesta a lograr el objetivo de reducción de emisiones de CO2 para 2020, así como una cesión inaceptable a los intereses lucrativos de las petroleras.

Por esta razón Ecologistas en Acción insta al gobierno y a los europarlamentarios del Estado español a que voten por la inclusión de valores diferenciados por tipo de petróleo y ajustados a los resultados obtenidos de los últimos estudios científicos.

El agotamiento de las reservas de petróleo convencional en el mundo está llevando a que las compañías petrolíferas estén realizando proyectos de extracción de lo que se denomina “combustibles no convencionales”. Es decir la extracción de petróleo de reservas generalmente menos accesibles y de peor calidad, que requieren de una mayor complejidad tecnológica y de unos mayores consumos de energía para su obtención. Pero también de unos impactos socioambientales muy superiores, asumiendo riesgos catastróficos muy elevados.

La elevada demanda de petróleo de la economía global y la reducción de la oferta, elevan los precios hasta unos niveles que hacen rentables los elevados costes de extracción y procesamiento que implican los combustibles no convencionales.

Sin embargo en términos ambientales no es deseable seguir consumiendo los niveles actuales de petróleo si no se quiere llegar al caos climático. Pero tampoco es económicamente sostenible, por cuanto no es factible sostener una economía basada en una fuente energética finita como es el petróleo.

En todo caso la compañías petrolíferas, con el lucro como único objetivo, continúan argumentando que la extracción y procesamiento de este tipo de petróleos no implican riesgos medioambientales superiores. Y así la búsqueda de petróleo en plataformas marinas, cada vez a mayor profundidad o incluso en zonas árticas, en arenas bituminosas o esquistos bituminosos resulta cada vez más frecuente.

La extracción de este tipo de petróleos ocasiona por el contrario severos impactos socioambientales en los lugares de extracción, como es el caso de las enfermedades que padecen las poblaciones mapuches ubicadas en el yacimiento petrolífero de la Vaca Muerta en Argentina. Pero también colisionan en algunos casos con la normativa medioambiental, como es el caso de la Unión Europea.