En una visita rutinaria durante dos días a un parque eólico de la comarca del Guadalteba, en la provincia de Málaga, un equipo de Silvema-FAADN ha localizado los cadáveres de dos ejemplares de Buitre leonado (Gyps fulvus) muertos al ser impactados por los aerogeneradores. Se trata de un ejemplar adulto, en época de cuidado de las crías y otro subadulto, que ya habría sobrevivido a la difícil etapa de la migración al continente africano y regresado por filopatria a su lugar de nacimiento. La muerte de ejemplares adultos afecta especialmente a la población de una especie, en mayor medida a las que tienen poca tasa de natalidad y alta longevidad, como es el caso del Buitre leonado. Posiblemente se tratara de individuos de una de las buitreras más descolgadas del área de distribución de la especie en Andalucía y la más aislada de la provincia de Málaga, cuya conectividad con las otras buitreras quedó seriamente afectada tras el establecimiento de los parques eólicos de Cañete la Real. Como ocurrió a cada uno de estos buitres hallados muertos, el impacto de las aspas de los aerogeneradores produce a veces una muerte inmediata o en ocasiones una lenta agonía del ave sufriendo severos traumatismos o en muchos casos tremendas amputaciones. Es aquí cuando esta energía limpia del viento se mancha de sangre y casi siempre debido a una mala ubicación de los aerogeneradores.

Este parque eólico, donde se localizaron los buitres muertos, consta de pocos aerogeneradores, pero se trata de uno de los modelos de mayores dimensiones existentes en nuestra comunidad, tienen unas aspas de 64 metros de largo, que giran a una altura de 120 metros sobre el suelo, barriendo una inmensa superficie, el equivalente a una barrera, “invisible” y mortal, con las dimensiones de unos dos campos de futbol dispuestos verticalmente. El extremos de las aspas, denominadas palas, acaba en un agudo filo que se mueve aparentemente lento debido a nuestra falta de percepción de las reales dimensiones de las mismas, pero que en cuanto se hacen unos cálculos básicos nos damos cuenta que la velocidad real puede sobrepasar los 200 Km/h. Imagínese cruzar una autopista con un ancho de 128 metros, donde los vehículos se desplacen a estas velocidades, además con un tráfico que pude llegar a ser de un vehículo cada dos o tres segundos (son tres palas las que giran al unísono en el rotor) y aún más peligroso, a veces con niebla (estos son los días negros en los parques eólicos). A este peligroso símil automovilístico se enfrentan todos los días las aves planeadoras que han visto como una industria eólica se instalaba en medio de su área de campeo o incluso, a veces, cerca de su zona de nidificación.

Al margen de consideraciones sobre el claro impacto paisajístico o sobre si estas energías alternativas están siendo eso, alternativas a otras industrias más contaminantes que no se están clausurando… no será un grupo ecologista quien se oponga por sistema a la energía eólica, aunque sin embargo no estamos dispuestos a abrazar esta industria incondicionalmente. Los parques eólicos frecuentemente se instalan en zonas de montaña, buscando los regímenes de vientos, donde habitualmente se encuentras ricos y variados ecosistemas a los que suele acompañar una singular avifauna. Y lamentablemente se siguen cometiendo graves errores en la elección de las ubicaciones de los parques eólicos, obviando toda lógica y desoyendo todas las recomendaciones, como ocurrió en el malagueño parque eólico de La Nava y La Escalereta (Cañete la Real), donde se producen casi la mitad de las muertes de buitres de toda la provincia. Siendo además frecuente, como en este caso, que las muertes estén concentradas en solo algunos de los aerogeneradores. Por eso consideramos fundamental que se avance en la calidad de los estudios de impacto previos a la instalación de estas industrias, incluyendo siempre un riguroso estudio de ciclo completo de la avifauna del entorno. Para ello es imprescindible una celosa intervención de la Consejería competente en Medio Ambiente ante cada anteproyecto recibido y sobre todo realizando una planificación a niveles provinciales o regionales y teniendo muy en cuenta el efecto sinérgico negativo de la acumulación de parques eólicos en una zona, a veces unidos a otros impactos como líneas de alta tensión o pérdidas de hábitat y evitando, de una vez por todas, la “picaresca” de algunos promotores eólicos que ocultan un macroproyecto eólico bajo su división en parques eólicos más pequeños, pero en definitiva contiguos y con un efecto barrera obvio.

Una vez mal ubicado un parque eólico no todo el daño esta hecho, aún se podría paliar en alguna medida el impacto sobre la avifauna si se contase con unos buenos Programas de Vigilancia Ambiental (P.V.A.), que pueden tomar medidas en dos momentos: durante el propio funcionamiento de los aerogeneradores, siendo detenidos momentáneamente en las situaciones de riesgo para las aves, detectadas por un vigilante situado en el parque o bien posteriormente, realizando un seguimiento de la mortandad de aves para tomar unas acciones correctoras que podrían llegar hasta el desmantelamiento de los aerogeneradores críticos. Actualmente la mejor opción preventiva de los PVA se lleva a cabo mediante vigilantes, adecuadamente formados, situados en el propio parque que pueden ordenar, mediante dispositivos electrónicos, la detención de cada aerogenerador o grupos de ellos en el caso de que aprecie la aproximación peligrosa de aves hacia el parque eólico. La eficacia de esta medida depende en gran medida de la profesionalidad y experiencia de los vigilantes, aunque siempre está limitada a los días con visibilidad y las horas diurnas. Posteriormente la labor correctiva vendría del análisis de una información de calidad obtenida mediante la vigilancia continua del parque para localizar los cadáveres de las aves muertas por la colisión de los aerogeneradores, es aquí donde se identifican con certeza los puntos negros de cada parque eólico y sobre los que hay que actuar con medidas que irían desde la parada selectiva en momentos de riesgo como migraciones, mala visibilidad por nieblas, vientos racheados, o incluso con paros durante las horas diurnas, llegando a poder ser necesario el desmantelamiento de un aerogenerador en concreto, como ocurriría con cualquier otro tipo de industria que provocara un importante impacto sobre la biodiversidad, simplemente aplicando la ley vigente. Entendemos que esta labor de revisión del parque eólico, en busca de cadáveres de aves debe tener una periodicidad casi diaria y debería contar siempre con la supervisión y certificación del Agente de Medio Ambiente encargado de esa demarcación (aspecto este que se ha descuidado en los últimos años).

Otro aspecto importante de los PVA es su duración en el tiempo, teniendo en cuenta que se está estudiando un impacto sobre fauna salvaje, en un medio cambiante por definición, entendemos que los programas de vigilancia de los parques eólicos deben permanecer en el tiempo mientras permanezca instalada la industria. Se ha comprobado que o bien las aves pueden seguir en su territorio a pesar de la instalación de un parque eólico, con el consiguiente riesgo o bien que la avifauna puede realizar un alejamiento a otras áreas, pero que con el tiempo regresa a su zona habitual, volviendo a ser necesario su seguimiento. En general, actualmente la ciencia no puede predecir cual será el comportamiento de una población de aves ante la instalación de un parque eólico y menos aún cual será este comportamiento a lo largo del tiempo.

Si bien los Programas de Vigilancia Ambiental, podrían ser una posible herramienta de corrección de la mala ubicación de un parque eólico, lamentablemente esta se haya viciada según su actual funcionamiento. Aunque parezca ilógico es el propio promotor eólico quien pagara a la consultora ambiental encargada de realizar el programa de vigilancia. Como es de imaginar, lamentablemente aquí también funcionará el dicho “el que paga, manda” y entendemos que salvo a consultoras muy integras o con buena solvencia económica, a una consultora ambiental media le será difícil informar negativamente sobre la empresa que debe pagarle su salario o renovar su contrato de vigilancia ambiental, … Por ello proponemos que se cambie el sistema de contratación de las consultoras ambientales para blindar su imparcialidad, en nuestra opinión esto se podría conseguir si el promotor del parque eólico no fuese quien eligiese y contratase a la consultora ambiental que realizará el Programa de Vigilancia Ambiental, sino que esto se hiciese mediante un concurso público, aunque el pago lo siguiese realizando el promotor eólico, pero a través de una tasa gestionada por la Consejería competente en Medio Ambiente. En definitiva se debería buscar un sistema alternativo que restara poder de presión de la promotora eólica sobre la consultora ambiental.

Una mejora a los PVA sería la inclusión de todo tipo de aves en los registros de aves muertas, no centrándose en las rapaces o grandes aves, como suele ser habitual. Existen poblaciones de pequeñas aves, también afectadas en gran número por impacto con los aerogeneradores, cuyas poblaciones pueden encontrarse en declive o incluso seriamente amenazadas. Por su pequeño tamaño, los cadáveres de estas pequeñas aves pueden pasar desapercibidos, desaparecer o incluso no recibir importancia por parte de personal de vigilancia mal formado.

En relación a los dos ejemplares de buitre leonado hallados muertos, estimamos que, como en muchos parques eólicos, este dato individual es tan solo “la punta del iceberg” sobre la realidad de la mortandad que se está produciendo debido a esta industria. Y que por ello se debería hacer un estudio riguroso y en profundidad previo a la instalación de cada parque eólico. En concreto uno de los últimos parques eólicos instalados en la comarca y el de mayor proximidad al Desfiladero de los Gaitanes y su colonia protegida de buitres, está localizado justo en el centro de la franja de conectividad entre las poblaciones de aves necrófagas de las comarcas de Ronda y Guadalteba. Tiene localizados en su rico entorno, entre otras especies y como pieza clave, un comedero para aves carroñeras, situado a tan solo 7 kilómetros, especialmente enfocado a la recuperación de la población del Alimoche (Neophron percnopterus), especie que llegó a extinguirse a nivel provincial en el año 2010 y con uno de los dos únicos territorios malagueños recuperados por la especie situado a menos de 10 Km del parque eólico. El Alimoche a nivel andaluz presenta un declive crítico, con un mínimo poblacional histórico en el 2014, siendo los parques eólicos y el uso de cebos envenenados las dos principales causas de su situación poblacional, actualmente abocada a la extinción de la especie. Además, como otra singularidad del entorno, en un radio de entre 5 y 15 kilómetros de ese parque eólico se encuentra la zona que probablemente ostente una de las mayores densidades de territorios de toda Europa de la excepcional Aguila-azor perdicera (Hieraatus fasciatus).

También consideramos que sería de especial interés analizar la diferencia que existe entre el impacto sobre la avifauna producido por los aerogeneradores de grandes dimensiones contra el de los de menores dimensiones (aunque estos sean más numerosos) aprovechando la vigilancia ambiental realizada sobre un parque con mega aerogeneradores que ya está instalado en la comarca.

Finalmente queremos recordar que el Buitre leonado es un buen bio-indicador del estado de salud de un ecosistema y desde tiempos remotos ha ayudado al ser humano en su misión de “sanitario del campo” eliminando de una forma rápida y limpia los cadáveres de los animales silvestres y domésticos. No debemos confiar en su actual sana población para bajar la guardia en cuanto a su protección, ya que al tratarse de una especie muy longeva y de baja natalidad, las poblaciones pueden derrumbarse rápidamente, como por ejemplo ocurrió en la India con la abundante población del Buitre bengalí (Gyps bengalensis) cifrada en millones de ejemplares, que quedó prácticamente extinguido en pocos años debido a los efectos del Diclofenaco, un medicamento para el ganado que pasó a los buitres a través de las reses muertas, por cierto recientemente autorizado en España…