El cielo gris y la persistente lluvia no animaba mucho, pero pese a ello, poco a poco se fueron concentrando las y los manifestantes. Diversas pancartas denunciaban la desproporcionada colonización que el hormigón estaba realizando en la costa asturiana.

En esta ocasión eran vecinos de Villaviciosa los protagonistas de la protesta, que estaban bien arropados de colectivos de otras localidades igualmente agredidas por un proceso urbanizador a todas luces abusivo y ambientalmente muy impactante.

Puntualmente a las doce de la mañana la manifestación se puso en marcha. Alrededor de 1.500 personas desafiando a la meteorología se dirigieron hacia el centro de Villaviciosa para dejar constancia de su oposición a un proceso de urbanización que rechazan y para denunciar a un ayuntamiento que más que a favor de los intereses de los vecinos parece estar al lado de los constructores.

Mujeres y hombres de todas las edades recorrieron a lo largo más de una hora el centro de la localidad que a partir de ese momento será conocida además de por ser capital sidrera por contar con una población dispuesta a defender el entorno rural y los valores ecológicos y paisajísticos que alberga.

La lucha contra los desmanes urbanísticos que amenazan la costa asturiana sólo acaba de comenzar pero con toda seguridad deparará nuevos episodios de protesta, nuevas luchas, para defender la naturalidad de unos espacios actualmente amenazados por las especulaciones urbanísticas.

Y en ellas nuevamente volveremos a encontrarnos.