Los científicos, aunque lo manipulan, desconocen la función de la mayor parte del genoma.

Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC [1]. Revista El Ecologista nº 38.

Se están produciendo a gran escala organismos transgénicos que van a parar a nuestros alimentos, medicinas y a la naturaleza que nos circunda y sostiene, aunque se desconoce gran parte del funcionamiento de la genética molecular. Sin la menor idea de los cambios e impactos que pueden producir ni en las células, ni en los organismos, ni en la salud o el medio ambiente, y con un alto riesgo de que éstos sean incorporados en los genomas y puedan producir alteraciones irreversibles.

Las bases teóricas de la biotecnología y la genética molecular están tambaleándose frente a las evidencias científicas de que sus principios son insuficientes o incluso erróneos para explicar lo que sucede en nuestros genes y los del resto de los seres vivos

Sobre esta plataforma que se resquebraja se apoya la ingeniería genética. Aun así, científicos que deberían alertar a la población sobre las incertidumbres y los impactos que puede tener la liberación de transgénicos en nuestra vida, en cultivos y alimentos, se dedican en cambio a asegurar que, como “todo en la vida tiene riesgos”, México, centro de origen del maíz, debería levantar la moratoria que impide la siembra de maíz transgénico, y aprobar una iniciativa de ley de bioseguridad que es una burla al principio de precaución.

Un artículo de W. Wayt Gibbs en la revista Scientific American de noviembre 2003 da cuenta de descubrimientos recientes sobre el comportamiento del material genético, que revolucionan las concepciones existentes: “Cuando los científicos pensaban que ya habían entendido el ADN, están descubriendo en los cromosomas dos grandes capas de información, vastas pero básicamente ocultas, que afectan la herencia, el desarrollo y las enfermedades”.

En 2003 se celebran los 50 años del descubrimiento de la doble hélice del ADN, y el Proyecto Genoma Humano anunció la culminación del “borrador final” de las secuencias genéticas del Homo sapiens. Todo en laboratorio. Sin embargo, al comparar el ADN de especies muy distantes entre sí y al observar más de cerca cómo funciona el cromosoma en las células vivientes, se observan efectos que las teorías actuales no pueden explicar.

Zonas oscuras

Hasta ahora, la noción corriente y más difundida es que las secciones del ADN que codifican proteínas –que llamamos genes– son las únicas responsables de la herencia y son, por tanto, el plano básico de la vida. Sin embargo, ahora se sabe que otras partes oscuras del genoma intervienen en el desarrollo y los caracteres distintivos de todos los organismos, desde bacterias a humanos. En esta zona oscura se encuentra el 98% del ADN, que hasta ahora se creía silencioso porque no codifica ninguna proteína, interpretándolo erróneamente como material sobrante o descartado por millones de años de evolución.

Sin embargo, se ha comprobado que muchas secciones de este ADN se han conservado intactas durante millones de años, lo que sugiere, según Scientific American, que tienen un rol indispensable. Una parte de estas secuencias son transcritas como variaciones de ARN (y se transforman en una especie de genes de ARN), cumpliendo una serie de funciones, algo que los biólogos hasta hace poco hubieran dicho que era imposible. Algunos de estos genes de ARN tienen un rol fundamental en la salud y el desarrollo de plantas y animales. “Algunos científicos sospechan que mucho de lo que define que una persona o una especie sea diferente de otra, son las variaciones en nuestro ADN silencioso”, continúa el artículo.

Por si fuera poco, también se ha comprobado que más allá de las secuencias del ADN, hay otra capa epigenética de información, muy maleable e imbuida en una mezcla de proteínas y químicos que rodean al ADN, operada por códigos y mecanismos hasta ahora desconocidos. Se supone que las interacciones en esta capa estarían relacionadas con una serie de defectos de nacimiento, cáncer y otras enfermedades. A diferencia de los genes, este material se descarta, borra y reescribe muchas veces durante el ciclo de vida del individuo. “Los investigadores están empezando a darse cuenta de que casi todo lo que puede ocurrir en el genoma, ocurre”, dijo Carmen Sapienza de la Universidad Temple, especialista en la investigación de esta capa epigénetica, a Scientific American.

Según Wyat Gibbs, “ya no queda ninguna duda de que se necesita una nueva teoría que reemplace el dogma central que ha sido la base de la genética molecular y la biotecnología desde la década de 1950.”

Fascinante. Lo grave es que sobre este dogma central ¿equivocado? se están produciendo a gran escala organismos transgénicos que van a parar a nuestros alimentos, medicinas y a la biodiversidad que nos circunda y sostiene. Sin la menor idea de los cambios e impactos que pueden producir ni en las células, ni en los organismos, ni en la salud o el medio ambiente, y con un alto riesgo de que éstos sean incorporados en los genomas, por ejemplo del maíz nativo, y puedan producir alteraciones irreversibles.

La manipulación genética está en un estadio más que primitivo, como un puntito de luz en un enorme espacio oscuro. Pero la ambición desmedida y el afán de lucro de las pocas multinacionales que la controlan, justificados por unos cuantos ¿científicos? sin escrúpulos, financiados por ellas, los ha lanzado al mercado, contaminando cultivos que a los campesinos e indígenas les llevó miles de años desarrollar para provecho de la humanidad, como el maíz y muchos otros. Esto es lo que hay que encarar urgentemente, en lugar de favorecer aún más a las multinacionales aprobando una ley de seguridad de sus inversiones y de bioinseguridad de todos los demás, para que ellas puedan seguir experimentando –ahora legalmente– con todos nosotros.

Los cultivos transgénicos avanzan
Datos correspondientes a 2002, del informe del Dr. Clive James, Presidente del International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications (enero 2003)

– Entre 5,5 y 6 millones de agricultores de 16 países del mundo cultivaron un total de 58,7 millones de hectáreas (Mha) de transgénicos.

- El 99% de superficie cultivada con plantas transgénicas corresponde a cuatro países: Estados Unidos (39,0 Mha, 66% del total), Argentina (13,5 Mha), Canadá (3,5 Mha) y China (2,1 Mha).

- Las plantas transgénicas más cultivadas fueron la soja (36,5 Mha, que supone el 62% de la superficie total cultivada con transgénicos), maíz (21%), algodón (12%) y colza (5%).

- Por vez primera, la superficie cultivada de soja transgénica superaba la mitad de toda la superficie mundial dedicada a dicho cultivo (51% de las 72 Mha).

- Los 44,2 Mha sembradas con plantas transgénicas de soja, maíz y algodón tolerantes a herbicidas supusieron el 75% de todos los cultivos transgénicos.

¿Quién necesita bioterroristas?

Basado en Bioterrorismo y Neumonía Atípica, por Mae-Wan Ho, directora del Instituto de Ciencia en la Sociedad, y elaboración propia.

La ingeniería genética implica la recombinación descontrolada de material genético procedente de una amplia variedad de fuentes que, de otra forma, casi no tendrían la oportunidad de mezclarse en la naturaleza. Algunas técnicas nuevas permiten crear, en el laboratorio y en cuestión de minutos, millones de nuevos recombinantes que nunca han existido en los miles de millones de años de evolución.

La materia prima de la ingeniería genética son sobre todo virus y bacterias causantes de enfermedades, igual que los utilizados por los creadores de armas biológicas. Además, los constructos artificiales creados por la ingeniería genética están diseñados para atravesar la barrera de las especies e introducirse en los genomas. Es decir, para mejorar y aumentar la velocidad de la transferencia horizontal y recombinación de genes, que ahora se sabe es, precisamente, la principal ruta de creación de nuevos agentes patógenos, posiblemente mucho más importante que las mutaciones puntuales que modifican bases aisladas de ADN.

Algunos ejemplos y datos preocupantes en este sentido son:

- Existen sospechas fundadas de que la epidemia de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (la neumonía atípica) que recientemente ha estado actuando en muchos países haya sido una consecuencia no esperada de virus obtenidos en laboratorio.

- En enero de 2001, un grupo de científicos australianos que trabajaba en la creación de una vacuna para reducir la fertilidad de las hembras de ratón, –para evitar las cuantiosas pérdidas de cereal que ocasiona su proliferación en los silos–, creó, de forma totalmente accidental e imprevista, un virus letal para las poblaciones de ratón. La norma hasta entonces había sido que la manipulación genética no hacía a los virus más agresivos, sino todo lo contrario.

- El pasado 9 de octubre de 2003 Sunshine Proyect denunciaba que científicos del ejército de EE UU están trabajando en la reconstrucción del virus de la gripe española, virus que mató entre 20 y 40 millones de personas en 1918 e hizo que la esperanza de vida de la población estadounidense bajara 10 años. Varios genes de este virus ya han sido aislados y reinsertados en virus actuales de gripe.

[1] Publicado en La Jornada, México, 1-11-2003