Año internacional de los bosques. Cada minuto se destruyen 21 hectáreas de bosques en las regiones tropicales.

José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 68

Los bosques tropicales albergan gran parte de la diversidad biológica del planeta. Además, son unos importantísimos almacenes de carbono. A pesar de ello, continuamos destruyéndolos a gran velocidad y, en muchos casos, de forma irreversible.

Los bosques tropicales húmedos se encuentran aproximadamente entre las latitudes 10° N y 10° S y representan casi un 25% de la superficie total de bosques en el mundo. Éstos incluyen: bosques húmedos, bosques húmedos bajos, bosques siempreverdes, bosques húmedos semi-caducifolios, terrenos boscosos y sabanas arboladas, en regiones donde la precipitación media anual es superior a los 1.000 mm. Hay aproximadamente 70 países que se encuentran en la región de los bosques tropicales húmedos, que abarca 23 países en América, 16 en Asia y 31 en África.

Según los datos publicados por la FAO [1] [2] [3], América del Sur y África siguen siendo las zonas de la Tierra con la pérdida neta de bosques más elevada. Así mismo, Asia tuvo altas tasas de pérdida neta de bosques en varios países de la zona meridional y sudoriental. Oceanía (allí los bosques tropicales solamente se encuentran en Papúa-Nueva Guinea, en el resto de la Melanesia y en el norte de Australia) también añade una pérdida neta de bosques, mientras que estas formaciones se mantienen estables en América del Norte y Central (en estos últimos, el área de bosque que se ha estimado en 2010 es aproximadamente la misma que se calculó hace diez años).

Actualmente, se está produciendo un gran cambio en las existencias de carbono en la biomasa forestal. Los bosques almacenan grandes cantidades de carbono. Se estima que los bosques del mundo acumulan 289 gigatoneladas (Gt) de carbono sólo en su biomasa. En conjunto, las existencias de carbono en la biomasa forestal han disminuido en el período 2005-2010 en una cantidad estimada de 0,5 Gt de carbono por año, debido principalmente a una reducción el área mundial de bosque. Si bien la plantación y la rehabilitación de los bosques, junto con su ordenación sostenible permiten conservar o aumentar las existencias de carbono forestales, la deforestación y la degradación forestal, unidas a la escasa ordenación y el mal manejo de los mismos, las reducen de manera drástica [4].

Imposiciones del mercado

No son pocos los foros desde los que se solicita cordura y se proponen soluciones más o menos acertadas para esta grave crisis global y para lo que se avecina, pero la realidad se impone en un mundo controlado por el sistema de mercado y su globalización económica. La planificación y ordenación de las actividades humanas no depende de las directrices, las buenas intenciones ni de los consejos de los organismos internacionales porque tiene que mantener un continuo tira y afloja con los fuertes intereses y la poderosa influencia del capital.

Muchos países no productores de combustibles fósiles y de bajos ingresos continuarán dependiendo de la agricultura y la ganadería como fuente principal de medios de subsistencia. El futuro de los bosques y de los terrenos forestales dependerá de la diversificación de la economía –y el turismo ofrece grandes posibilidades– que, a su vez, dependerá de la estabilidad política, el desarrollo institucional y la inversión en recursos humanos.

Pero también los países que dependen de los combustibles fósiles para su crecimiento y prosperidad necesitan diversificarse. Algunos de ellos se han dado cuenta de la vulnerabilidad que a medio plazo implica la dependencia de este tipo de combustible y están invirtiendo otros sectores (industria, turismo…) y en la consolidación de los recursos humanos –han realizado importantes progresos y están aprovechando la globalización mediante inversiones en fabricación, comercio y turismo; consolidándose como importantes centros financieros regionales y mundiales–, mientras que la mayoría han desatendido todos los sectores menos el energético, incluidas la agricultura y la actividad forestal [1]. En todo este mundo que supone la evolución de los países en desarrollo, la mejora del marco institucional se apunta como uno de los principales desafíos [3].

Por otro lado, los países industrializados siguen renunciando a frenar su desarrollo o a rebajar en lo más mínimo su insostenible nivel de vida (estado del bienestar se ha venido a llamar a una situación de autocomplacencia que puede resultar esperpéntica a medio o incluso corto plazo) y constantemente reclaman materias primas ajenas y explotan de manera inmisericorde los recursos de los países en desarrollo –allá donde se encuentran los bosques tropicales y subtropicales–, aplicando políticas económicas y comerciales impensables en su propio suelo nacional.

Un final impredecible

La destrucción de la naturaleza es un hecho especialmente grave en los bosques tropicales y subtropicales porque se trata de lugares donde la biodiversidad es mayor. Dichos bosques son los territorios que albergan mayor cantidad de especies de seres vivos, mayor complejidad y madurez. En la superficie terrestre no existen ecosistemas que se les aproximen en cuanto a esas cualidades; las selvas albergan gran parte de la diversidad biológica, tanto que en una superficie de 10 km2 podemos encontrar hasta 750 especies distintas de árboles, 125 de mamíferos, 150 de mariposas y miles de otros insectos. Los bosques monzónicos del sur y sureste de Asia; todas las arboledas africanas; las selvas lluviosas de Centro y Sudamérica; los bosques tropicales de coníferas americanos y asiáticos y los bosques imperecederos secos del sudeste de Indochina, del este de Deccan o de Sri Lanka, constituyen sistemas ecológicos de incalculable valor para el correcto funcionamiento de este complejo que se ha venido en llamar Gea.

El empeño del hombre por obtener beneficios comerciales de los bosques puede tener consecuencias desastrosas en las zonas tropicales y subtropicales en estos tiempos que corren si no se pone freno efectivo, tanto desde el marco legislativo internacional como desde el punto de vista del control eficaz para conseguir que se cumplan los acuerdos, dado el avanzado estado de la tecnología y la maquinaria de explotación. La construcción de represas; las roturaciones para la transformación de bosques en tierras agrícolas o ganaderas; la devastación que provocan las compañías madereras y de alimentación cuando penetran a saco con su maquinaria pesada buscando rápidos beneficios económicos o las consecuencias de la explotación minera y las prospecciones petrolíferas en las selvas, hacen prever un futuro poco halagüeño para estos ecosistemas que tanto tienen que ver con el estado saludable del planeta.

Es difícil hacer una predicción medianamente acertada de cómo va a evolucionar en las próximas décadas la situación de los bosques tropicales y subtropicales –de cómo será el nuevo panorama ecoglobal de la Tierra–, ya que los avatares económicos, políticos y militares de la comunidad internacional, los bloques y los distintos países, definirán sin duda el marco y el alcance de la acción humana sobre estos biomas. Pero está claro que nos encontramos en un momento histórico importante en cuanto a la toma de decisiones efectivas que puedan evitar situaciones medioambientales irreversibles.

Bosques primarios en peligro
Según la Evaluación de los recursos forestales mundiales de la FAO (2010), los bosques primarios representan el 36% del área de bosque, pero han disminuido en más de 40 millones de hectáreas desde el año 2000. Aunque quizá sea mucho suponer, hoy día se acepta que algo más de un tercio de los bosques del mundo son bosques primarios (aquellos bosques naturales en los que no existen indicaciones excesivamente visibles de actividad humana y los procesos ecológicos no han sido perturbados de forma significativa), basado en un promedio mundial. Los bosques primarios, en particular los bosques tropicales húmedos, comprenden la mayor riqueza de especies y diversidad de los ecosistemas terrestres [5].

Notas

[1] Situación de los bosques del mundo 2009 (FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma 2009).

[2] Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010 (FAO)

[3] Una síntesis de los principales resultados del estudio anterior en la página web: http://foris.fao.org/static/data/fra2010/KeyFindings-es.pdf

[4] Según la Evaluación de los recursos forestales mundiales de la FAO (FRA 2010), las primeras cifras subestimaron la tasa de deforestación mundial (referida a la década de los años noventa), ya que no se compilaron datos directos sobre tasa de deforestación y son pocos los países que tienen esa información. En 2005 se estimó a partir del cambio neto en el área de bosque. La información adicional sobre la plantación de nuevos bosques en tierras donde históricamente no los ha habido (aforestación) y sobre la expansión natural del bosque para los últimos 20 años ha permitido tomar en cuenta la deforestación en aquellos países que han tenido una ganancia neta total en el área de bosque. Por tanto, la estimación revisada de la tasa mundial de deforestación y la pérdida por causas naturales para 1990-2000 –casi 16 millones de hectáreas al año– es mayor, pero más exacta, que la estimada en la Evaluación de los recursos forestales mundiales de la FAO (FRA 2005), que era de 13 millones de hectáreas.

[5] López-Colón y García Cano: “Jaque a la biodiversidad forestal”. Ecologista, nº 67 (invierno 2010/2011): 47-49.